A menudo, cuando escuchamos hablar de santería, viene a la mente imágenes de sacrificios, hierbas y sahumerios con los que comúnmente se suele relacionar a esta práctica religiosa.
Sin embargo, es mucho más que eso. Sus orígenes están en la parte occidental de África, concretamente en Benín, Ghana, Angola y Nigeria, y su práctica fusionó las creencias de personas traídas por la fuerza del continente africano hacia las Antillas.
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Y es que la santería como ejercicio religioso se explica como el encuentro de una circunstancia histórica: el esclavismo y la trata de personas, y una cuestión de identidad, en la que las personas en cautiverio no deseaban renunciar a sus creencias religiosas.
Este código de creencias tiene tres pilares fundamentales, los cuales son el respeto por los antepasados, vivos o muertos, el monoteísmo y la profunda vinculación con la naturaleza que los rodea.
Una religión y tres creencias
De la misma forma que el patriarca Abraham es considerado un punto en común en la fe judía, cristiana y musulmana, los teólogos proponen a la religión yoruba, expandida en diversos pueblos de África Occidental, como el punto de encuentro de tres grandes religiones expandidas en las Antillas y Brasil.
Traída desde su tierra de origen, la religión yoruba fue duramente perseguida por amos y esclavistas, por lo que quienes la seguían a menudo camuflaban sus ritos combinándolos con tradiciones católicas.
Producto de esta mezcla nace en Haití la expresión religiosa conocida como vudú, que propone planos dominados por la oscuridad y los demonios y planos de luz, en donde los espíritus juegan un papel muy importante.
En Brasil, esta mezcla de religiones dio origen a una especie de sincretismo animista llamado candomblé, difundido entre la población afrodescendiente. Y, finalmente, en Cuba y las Antillas mayores esta unión originó la santería.
¿Qué es la santería?
Como santería se conoce al sincretismo religioso que traduce las creencias yorubas a una especie de paracatolicismo, donde algunos santos católicos retoman las esencias y personalidades de los orishas o dioses auxiliares de la fe yoruba.
Pero vamos por partes. A pesar de la gran cantidad de deidades que tiene, la santería solo reconoce a un dios todopoderoso, Olorun u Olodumare, quien es la fuente inagotable del ashé, el soplo vital de las cosas.
Para cumplir con su voluntad, este dios cuenta con más de 400 deidades, santos o ayudantes en la Tierra, conocidos como orishas y los cuales tienen poderes muy específicos sobre distintos aspectos de la vida. Entre los más conocidos se encuentran Obatalá, que representa la paz y la pureza, Orula o Ifá, patrono de los sacerdotes y quienes ven el futuro, y Yemayá, la madre de la humanidad.
También destacan Shangó, quien representa el fuego, la virilidad y el trueno, Oshún, quien domina el matrimonio, y Oyá, cuyo dominio se extiende por los panteones y las tierras de los muertos.
Luego existen las deidades conocidas como guerreros, los cuales son Elegguá, patrono de los caminos y el guerrero principal, Ozún, quien está siempre a su lado y lo advierte del peligro, Ogún, patrono de los trabajadores y Ochosi, quien protege a los cazadores.
Las piedras imbuidas del ashé de cada santo, los caracoles empleados para la adivinación y los collares con los colores de los protectores a los que se encomiendan los creyentes, son otros elementos básicos de esta religión.
El camino del santo
Enrolarse en esta religión no es algo sencillo. De hecho, es un proceso de reflexión que lleva muchos años y rituales, a menudo complejos, que deben ser realizados por un padrino o babalawo que los conozca a profundidad.
La primera fase consta precisamente de una consulta del padrino o madrina para saber cuál es el santo que le corresponde a quien quiere iniciarse en esta religión, pues son las deidades quienes eligen a sus seguidores.
Luego, está la imposición de los cinco collares de colores que forman un primer compromiso con los cinco orishas principales, Obatalá, Eleggua, Oshún, Yemaya y Shangó, realizando sacrificios y rituales específicos.
Tras este paso, se debe realizar la imposición de los guerreros, Elegguá, Oggún, Ochosí y Ozún, y entre los rituales hay sacrificios de animales, tatuajes practicados en el novicio, quien se debe rapar para pasar por este nivel.