Legislar lo evidente es, en esencia, un recordatorio de que las normas no solo organizan, sino también educan y protegen. Y aunque pueda parecer desconcertante, lo anterior está profundamente arraigado en una época llena de información.
México, como tantos otros países, ha tenido que hacer obvio que el bienestar es lo más importante en la supervivencia de su sociedad porque, a pesar de que ciertos principios fundamentales parecen evidentes, la realidad humana es compleja y diversa. Lo que para algunos puede ser lógico o natural, para otros puede no serlo debido a diferencias culturales, educativas, económicas o incluso apatía. La legislación, en este caso, actúa como un punto de referencia universal que busca proteger y garantizar el bienestar colectivo, asegurándose de que todos tengan claro lo que es aceptable y necesario para convivir de manera armónica.
Por ello, fueron necesarias muchas de las inclusiones que se determinaron en nuestra Ley Federal del Trabajo. En parte del siguiente análisis, verás que el grado evolutivo que se ha tenido desde los años treinta, hasta el presente año, ha sido brutal. Aquella primera ley, determinó que el trabajo era un intercambio de esfuerzo (físico o intelectual) por dinero en efectivo. Entre un empleador, al que actualmente aún se denomina patrón, como un resquicio de aquella forma hacendaria de dirigirse hacia aquellos que poseían latifundios. Esa determinación fue necesaria porque, como bien conoces, las tiendas de raya pagaban en especie, y no en dinero. Posteriormente llegamos a los años setenta, donde la evolución reconoció derechos para las mujeres, como el descanso materno, y vacaciones pagadas.
Si te das cuenta, todas esas situaciones eran obviedades, pero sólo en las clases altas, dado que se consideraba que, para los trabajadores y dependientes, no deberían existir dichos descansos o necesidades. Así que la legislación que reguló dichas conductas marcó un antes y un después haciendo visible y obligatoria la protección durante el embarazo, nacimiento y puerperio para todas las mujeres, consecuentemente se reforzaron valores y se generó una cultura del respeto en igualdad de circunstancias.
Ya en nuestro siglo XXI, el sistema evolutivo tiene otras aristas; muchas personas pueden asombrarse de que el horario, salario y vacaciones, tuvieran que ser definidos para que fueran obligatorios, en tiempos pasados, pero muchas otras circunstancias les pasan inadvertidos, por factores como el interés propio, la ignorancia, la negligencia o incluso el conflicto entre derechos individuales y colectivos que hacen necesario establecer límites, prevenir abusos y promover conductas que beneficiaran al conjunto de la sociedad.
De ahí el surgimiento de la denominada “legislación silla” o la normatividad de reducción de un horario de 48 a 40 horas semanales.
La primera, puesto que la sociedad en conjunto daba por sentado (valga la redundancia), que todas aquellas personas trabajadoras en tiendas departamentales o de autoservicios, en la industria restaurantera, automotriz y labores inimaginables; correspondientes a giros de servicios personales, deberían estar de pie durante la jornada completa de trabajo. Muy pocas personas se interesaban en qué momento descansaban y de hecho se consideraba un mal servicio cuando se apreciaba que una persona trabajadora hiciera uso de una silla para descansar. Por lo que respecta a la segunda legislación, de reducción de la jornada laboral. Es muy importante, destacar que México es el país dentro de la OCDE que tiene el número más alto de horas laboradas, pero también el de más bajos ingresos, lo cual representa una contradicción, pues ello implica que existe una mayor tendencia a la pobreza laboral, ese término que define que se trabaja para continuar siendo pobre, y por si no lo conocías, ese parámetro es uno de los mayores fracasos sociales que puede padecer un país. De ahí y del hecho, de que no se requiere estar tantas horas para desempeñar una labor; se consideró, una reducción de la jornada laboral.
Hace unos años escribí un artículo que tenía por título: “Con disponibilidad de horario”. Justamente se realizó con el objetivo de reflexionar sobre el constante ofrecimiento de empleo en México con dicha leyenda. Ya fuera en plataformas que en periódicos. ¿Qué querían decir? La respuesta es interesante. En primer lugar, se valoraba la disposición del tiempo más allá del horario de trabajo, sin una compensación económica, como las horas extras, y por encima de la capacidad de terminar a tiempo de forma correcta. Segundo: que socialmente para México, permanecer en la oficina, más allá del horario laboral, es una virtud, sin vinculación alguna a tu desempeño o habilidades. En dichas circunstancias, que aún prevalecen en empleos de la iniciativa privada, pero mucho más en el área burocrática. El “aparentar” desarrollar el trabajo, fuera del horario establecido en el contrato de empleo, es considerada una virtud, cuando precisamente es todo lo contrario ya que es una manifestación flagrante de un mal enfoque sobre lo que vale el trabajo en tiempo.
Ello naturalmente origina que muchas de estas personas simulen la realización del trabajo, haciendo lo que se conoce como “hora nalga” y que, con ello, pierdan momentos valiosos en lo individual y familiar.
Como pudiste apreciar la esencia de legislar lo obvio, yace en la brecha entre lo que se considera "evidente", y la práctica real. ¿O será qué, no nos cuestionamos nada?
@MorganSarel
Consultora Laboral
Directora de Equity Job Lab
EEZ