Columna invitada

La piedad visual de Manuel Marín

Artista de formación científica que está dedicado a interrogar la naturaleza de la realidad

La piedad visual de Manuel Marín
Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Artista de formación científica que está dedicado a interrogar la naturaleza de la realidad y sus componentes; hasta en tanto sus misterios no sean resueltos conceptualmente, la composición reposará esperando su tiempo oportuno. No sorprende que haya incursionado primero en la ingeniería mecánica y después en las matemáticas, y ya habilitado ingresase en La Esmeralda, donde se forma en las artes visuales.

Siempre estudioso, posee el palmarés en todas las carreras que emprendió, y lo sigue haciendo pues entre sus distinciones sobresale su membrecía a la Academia de las Artes y su reconocimiento por el Sistema Nacional de Creadores Artísticos. Ha cultivado además, la docencia en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica del IPN. Ha expuesto en todos los principales museos de México y en muchísimos del extranjero, en particular de la Europa del norte, que albergan piezas de su imaginación.

Para Manuel Marín (1951) crear y pensar son caras de una misma moneda. Tal refinamiento es su condición esencial, conciliar preocupación intelectual y ocupación estética. Es un genuino tlamatini, “el que sabe algo” o “el que sabe cosas”, distinguido sabio sin parangón. Su visitación a las fuentes de las mitologías lo singulariza, abreva en esos conocimientos sensibles, lo mismo da si responden al mundo mexica, la civilización grecolatina, o incluso a las Metamorfosis de Kafka, para glosar sus emblemas, resignificando sus constelaciones de sentido. Coincide con Paul Klee: "El arte no reproduce lo visible, sino hace lo visible". 

Su errancia sin fin comienza en 1974 con su primera exposición; desde entonces ha superado con creces el centenar de ellas, manteniendo esa su capacidad de asombrar y sembrar pasmo. Su participación en colectivas forma legión y es constante. Ha demostrado interés en trabajar en cuerpos colegiados, baste evocar su paso por grupos Março, Solidarte y Algo Pasa.

Asimismo, es animador de muy diversas iniciativas: Aquí, Primera y Segunda Bienal de Escultura Imaginaria (cápsulas de transmisión radial), DaD, Homenaje a Edvard Munch a 150 años; El Greco, Degas, El Bosco, entre un infinito etcétera. En bulto y volumen se ha abocado al desarrollo de esculturas planas, dibujadas, móviles y armadas, destacando el conjunto sobre agua y en palafito del edificio de la Deutsche Welle en Bonn (Comunicación cruzada, 2006).

Su pasión por la escritura se atestigua en el caudal de obras publicadas en Guadalajara por Petra Ediciones, ese prodigio de buen hacer y amor por la lectura de la multipremiada Peggy Espinosa. Ambos mantienen una fidelidad profesional a prueba de tentaciones.

Entre sus títulos deben citarse: Espacios y cosas, 1994; El tiempo de la pintura, 1996; Animales en el agua de papel, 1996; Animales en el aire de papel, 2008; Intenciones del Ver, 2000; La Caja Maga, 2005; Primavera, 2006; Juan O´Gorman, Un autorretrato pintándose, 2006; Imagen, 2007; Bichosos, 2009; Mirada, 2010; Endimión, 2012; (Tzompantli, 2013, por Conaculta); Tortugas en el espacio de papel, 2013.  Las maravillas del país de Alicia. Sentidos sin sentido, 2017;  Los animales de El Bosco, 2017; Las cosas de Orozco siempre piensan de otra manera, 2017; o Figura, 2023, recién salido de la imprenta, de donde extraigo una frase: “La memoria está en la mente; los recuerdos en el alma”.

Su perfección detona ejercicios espaciales, deconstrucciones capaces de aislar mecanismos constructivos y de expresión, y geometrizaciones posibles. Metales que facilitan la irrupción de un compositor topológico, pues identifica desde anillos moleculares de Borromeo hasta el registro de la dimensión geoespacial del nodo/punto, de red/arco/línea, o de polígono.

De modo que la materialidad de un área o territorio no surge ex nihilo, sino que precisa de referencia y límite, convergencia y densidad. En consecuencia, Manuel Marín propone transformaciones derivadas, posibles, de objetos existentes; que, en la intervención que propician, se legitiman cual orígenes de movimientos suspendidos, instantes coagulados de belleza infinita. Monumentos de piedad visual. Amén.

POR: LUIS IGNACIO SÁINZ

COLABORADOR

SAINZCHAVEZL@GMAIL.COM

MAAZ

 

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