Ante la nula y cada vez más inexistente oposición partidista, con liderazgos inocuos y cuya única oferta a los mexicanos no se puede definir con precisión, la solitaria posibilidad de derrota política, electoral y quizás ética de Morena se incuba desde dentro del partido que creó y lidera el presidente Andrés Manuel López Obrador. Para decirlo, en otros términos, el rival a vencer de Morena no es otro partido político u otro candidato que pudiera restarle votos de manera significativa en las siguientes elecciones. Su máxima amenaza electoral es la falta de una estructura partidista, capaz de sostener la ausencia de López Obrador con la suficiente fuerza para mantener, por sí sola, la asignación de candidatos de manera democrática y sin sobresaltos a su interior. Lo que, hasta ahora, de acuerdo con diferentes notas periodísticas, no ha sucedido.
En el corto plazo, no se advierte que esté en riesgo el triunfo de Morena y sus aliados en la próxima elección presidencial en 2024 con cualquiera que sea la candidata o candidato –la batalla real, será por el Congreso y, sobre todo, por la supremacía de la Cámara de Diputados.
Como partido político, no hay proceso interno nacional, estatal y municipal de Morena en que no se desborden los límites naturales de deliberación y combate de toda contienda, sobre todo, desde que ganó la Presidencia de la República y la mayoría en el Congreso, en 2018: ocurrió en la elección de Mario Delgado en 2020, en cuya decisión intervino el INE precisamente por el encono, y en el proceso de 2021. Esta situación es normal hasta cierto punto, si se toma en consideración que ahora hay más escaños de poder que repartir y las ambiciones crecen entre sus dirigentes,
Aun cuando en ambos procesos se suavizaron los ánimos, el duro conflicto dejó desencuentros y ahora, en la elección para designar dirigencias y delegados al Congreso Nacional, existió un claro ajuste de cuentas con el elemento adicional de que, a dos años de la elección presidencial, se han enconado las facciones de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. Los grupos de poder en la vida interna del partido de nueva cuenta van de regreso.
Pero si Morena padece una extrema debilidad estructural, también adolece de un programa de formación y educación política, no sólo para lo electoral, sino para generar cuadros calificados que sean eficaces en el servicio público, desde la comunicación social, hasta expertos en cambio climático o poblacional. No hay una preparación especializada para generar una nueva generación de burócratas calificados al servicio del Estado y mucho menos, nuevos liderazgos que apoyen con nuevas ideas y estrategias el proyecto del presidente López Obrador en los años que están por venir.
Muchos cuadros del lopezobradorismo y de Morena no han estado a la altura del desafío, pues ya acomodaron a la estabilidad de la alta burocracia y a la lógica clientelar, facciosa y zalamera que se ha instalado en porciones del gobierno federal y de los 20 estados, donde ya es, y dentro de poco será gobierno.
Se sabe que un proyecto de transformación no se hace en un sexenio, sino en una generación, lo cual podría necesitar de hasta tres periodos de gobierno para ver resultados concretos y sentar las bases de un cambio a largo plazo; por lo que, la elección de 2024, con la sucesión de López Obrador, representa apenas el inicio de la consolidación del proyecto denominado 4T, pero si no se erradican y se dejan de afianzar las malas y peores prácticas, como Gobierno y como partido, será el inicio del ocaso.
Para que el proyecto de gobierno de la 4T logré trascender en el tiempo, es fundamental que logre establecerse una política institucional de formación de cuadros y especialización de capital humano desde su base, así como también, que puedan refrescarse los liderazgos políticos en todos los escaños de poder y sacudirse de esa forma toda la podredumbre de políticos que se han subido a su barca. A lo anterior, debe sumarse el esfuerzo por abrir la designación de candidatos al escrutinio público y no a cuotas de fracciones partidistas con agendas lejanas a la ideología de sus principios doctrinarios. Morena debe buscar a toda costa, ser la respuesta ante la crisis que vive la política en México, si es que no quiere sufrir su extinción.
POR LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES
PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
MAAZ
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