La presidenta Claudia Sheinbaum desplegó una estrategia en dos frentes para responder a la llegada de Donald Trump.
Por un lado, puso en marcha el operativo “México te abraza” para atender a los connacionales que puedan ser deportados a territorio nacional, ofreciendo orientación, asesoría legal y ayuda económica.
Por otro, implementó una estrategia mediática y de comunicación para minimizar el impacto de las acciones anunciadas por el presidente de Estados Unidos.
De una u otra forma, logró reducir, por ahora, la turbulencia que muchos pensaron que generaría la toma de posesión del presidente 47 de la Unión Americana. A pesar de las decenas de órdenes ejecutivas que firmó, el impacto de su llegada no fue tan perturbador como se esperaba.
Sin embargo, nadie puede cantar victoria. Aún está por verse el efecto de cada una de sus disposiciones, como la imposición de aranceles del 25% a partir del 1 de febrero, la designación de los cárteles del narcotráfico como organizaciones terroristas y la declaración de emergencia en la frontera sur.
Para ello, la jefa del Ejecutivo también tiene planes. En el tema migratorio, según una fuente de la Presidencia, el gobierno podría matizar su postura en torno al llamado “tercer país seguro”.
Aunque Sheinbaum expresó su desacuerdo con el regreso de los Protocolos de Protección a Migrantes, también conocidos como “Quédate en México” (que implica recibir y alojar a ciudadanos de otros países), podría haber un cambio por razones humanitarias.
Es decir, México aceptaría a ciudadanos de otros países temporalmente para luego deportarlos a su lugar de origen. Pero, dado que esto implica gastos y recursos, en su momento buscará un acuerdo político y económico con la Casa Blanca. La posibilidad está abierta. México tiene la disposición de hacerlo bajo esa condición.
En cuanto al tema mediático y de comunicación, Sheinbaum mantuvo en todo momento el control, tanto dentro como fuera de Palacio Nacional.
Durante los mensajes de Trump, la Presidenta pidió que nadie hiciera traducciones. Ella escuchó en vivo y en directo cada uno de sus discursos. Quería captar el tono de voz, observar las expresiones del magnate y analizar cada una de sus palabras.
Lo único que solicitó fue tener a su disposición cada una de las órdenes ejecutivas firmadas por el nuevo mandatario, para estudiarla a fondo y, a partir de ahí, fijar una postura más clara y contundente.
Con base en ello, pidió a todo el gabinete responder con mesura y evitar engancharse en polémicas. Buscó siempre bajar el tono y minimizar cualquier posibilidad de conflicto.
La mejor muestra de esta estrategia la dio ayer, durante su conferencia matutina. Al referirse a la designación de los cárteles mexicanos como grupos terroristas, dejó entrever que EU está en su derecho. En la práctica, la política de ambos gobiernos estará basada en un trabajo coordinado, con labores de inteligencia y hasta infiltrados en ambos lados de la frontera.
Para éste y otros temas, sus canales de comunicación serán Marco Rubio, el nuevo secretario de Estado, y el pintoresco Christopher Landau, exembajador de Estados Unidos en México. El primero, de estilo rudo; el segundo, más moderado.
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EN PALACIO NACIONAL descartan por completo la posibilidad de que el exsecretario de Hacienda peñista, Luis Videgaray, pueda convertirse en interlocutor con EU o en funcionario del gobierno federal.
Entrarán al ruedo otros personajes, como Alfonso de Angoitia y Bernardo Gómez, altos ejecutivos de la televisión en México y la Unión Americana, quienes ayer mismo se reunieron con la primera mandataria y se llevaron la encomienda de fungir como mediadores.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “La política es como el boxeo: a veces es mejor esquivar el golpe que intentar devolverlo”.
POR ALFREDO GONZÁLEZ CASTRO
ALFREDO.GONZALEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
@ALFREDOLEZ
MAAZ