Mal día para el canciller. Quién lo iba a decir, escasos minutos antes de que inaugurara la reunión estelar, a la que suelen concurrir anualmente embajadores y cónsules mexicanos a la Secretaría de Relaciones Exteriores, el presidente López Obrador le propinó un sonoro descontón a Marcelo Ebrard. De esos que ponen el ojo morado y no se pueden ocultar.
Ocurrió en la conferencia matutina, cuando le preguntaron al presidente por qué se había dado marcha atrás en la decisión de enviar a un representante del gobierno mexicano a la toma de posesión de Daniel Ortega como presidente de Nicaragua.
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“Todavía no se decide”, respondió en primera instancia AMLO, evidenciado no haber sido enterado de la decisión en sentido contrario, tomada la noche anterior por la SRE, de que ningún funcionario de la cancillería asistiría.
Los propios reporteros y su jefe de prensa le respondieron que ya era un hecho y entonces sí que, como él mismo suele decir, “se calentó”. Pidió (a la Cancillería) que se viera si todavía alguien podía llegar a la ceremonia porque “tenemos buenas relaciones con todos y no queremos ser imprudentes”.
A renglón seguido expuso que este gobierno no era como el pasado (de Peña Nieto), “que por quedar bien con otros gobiernos (el de Estados Unidos) expulsó al embajador de Corea del Norte”.
Y todavía preguntó: ¿Por qué tenemos nosotros que actuar así, si México es libre y soberano? Para rematar con un “pero sí van a ir representantes, ahorita vamos a verlo…”.
Efectivamente, así sucedió. Antes de concluir la mañanera, le pasaron una tarjeta informándole que el encargado de negocios de la embajada mexicana en Nicaragua (no tenemos embajador) asistiría a la ceremonia.
Todo esto —desde el cambio de señales de última hora en la Cancillería, como la desautorización que hizo el presidente de Ebrard— a la vista no sólo de los miembros del Servicio Exterior, sino en vivo y a todo color a nivel nacional e internacional.
Huelga mencionar el malestar que esa situación y esas decisiones provocaron entre los diplomáticos y miembros de la secretaría. Unos, por estar en contra de que el gobierno mexicano avalara la reelección de Ortega, y otros por la exhibida que López Obrador le dio a Ebrard.
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Por si algo más faltara, el Presidente adelantó el anuncio de dos beneplácitos que solicitará en los próximos días: el del oaxaqueño Guillermo Zamora como embajador de México en Nicaragua; y el líder social juchiteco (fundador de la Cocei), Leopoldo de Gyves, en Venezuela. Ninguno de los dos del Servicio Exterior.
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GEMAS: Obsequio del secretario de Estado de EU, Antony Blinken: “El presidente Ortega se va a investir hoy (ayer) para un nuevo mandato presidencial, pero las elecciones predeterminadas que diseñó el 7 de noviembre no le conceden un nuevo mandato democrático”.
POR MARTHA ANAYA
MARTHAMERCEDESA@GMAIL.COM
@MARTHAANAYA
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