Una silla vacía puede parecer un objeto inanimado, pero en realidad es un símbolo cargado de tradición y significado que va más allá de la mera funcionalidad. Las sillas o asientos dentro de un corporativo o institución tendían, y en algunos lugares aún se mantiene así, a contar una historia sobre la jerarquía e “importancia” de las personas. Una silla de oficina grande y cómoda hablaba de estatus y, sobre todo, respeto. Cualquiera que sea la cultura organizacional o costumbre, ¿qué nos dice la ausencia de una silla para una persona?
La reciente Ley Silla, que exige condiciones básicas de descanso para los colaboradores, no es un simple detalle administrativo; es una señal potente que nos invita a reflexionar sobre los roles, las jerarquías y las formas en las que interactuamos en el ámbito laboral.
México, con su cultura de esfuerzo y sacrificio, ha exaltado históricamente el trabajo duro e incluso el sacrificio como valores que nos definen. En este contexto, la Ley Silla desafía ese paradigma, no solo beneficiando directamente a los trabajadores, sino también abriendo un debate más amplio. La reforma a la Ley Federal del Trabajo exige que, además de proporcionar sillas, las empresas establezcan en sus reglamentos interiores de trabajo los periodos de descanso.
Más allá de lo tangible, como colocar sillas en un espacio de trabajo, esta ley nos enfrenta a una verdad que puede ser incómoda: lo que consideramos “pequeño” puede tener un impacto enorme en la vida de las personas. Este acto aparentemente sencillo representa una oportunidad para repensar nuestras dinámicas laborales y avanzar hacia una relación más equilibrada entre la productividad y el confort.
Algunas organizaciones, con sus jerarquías implícitas, suelen utilizar el mobiliario como símbolo de poder. El tamaño, diseño o incluso la ausencia de una silla son mensajes que comunican, muchas veces de forma inconsciente, cómo valoramos a quienes forman parte de nuestra estructura. En este sentido, la Ley Silla no es solo una normativa, sino una invitación a evolucionar los espacios de trabajo bajo una nueva perspectiva, una perspectiva tripartita en la que el gobierno detona cambios aparentemente de forma, que impulsan cambios de fondo entre empresas y colaboradores de todos los niveles.
Hay que ser realistas en aceptar que mover el status quo siempre genera inquietudes, y no faltarán quienes cuestionarán el valor de esta regulación. Sin embargo, más allá del cumplimiento legal, está la posibilidad de integrar este y otros cambios el marco regulatorio laboral con una mentalidad positiva. Aquellas empresas que implementen esta medida con la actitud correcta fortalecerán la confianza y el compromiso de sus equipos.
En el mundo laboral, pequeños gestos pueden tener un eco profundo. ¿Qué nos dice una silla? Nos habla de respeto, cuidado y una disposición para evolucionar, reconociendo que las personas son el verdadero motor de cualquier organización.
Estrella Vázquez es consultora especializada en la gestión de talento y capital humano, fundadora y directora general de Time2Grow, una alianza de servicios integrales conformada por las empresas mexicanas: Factor RH, Time2Business (T2B) y Skills2Work (S2W).