DESDE AFUERA

La SRE en la política doméstica

Es desusado que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) se encuentre, como ahora, en el centro de especulaciones políticas y sus integrantes, así sea en el grupo de los temporales, estén en el ojo del huracán

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Es desusado que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) se encuentre, como ahora, en el centro de especulaciones políticas y sus integrantes, así sea en el grupo de los temporales, estén en el ojo del huracán.

Igualmente, tampoco es habitual que el titular de la SRE sea un jugador en los principales planos de la política doméstica y haya acumulado el poderío, o al menos la imagen de poder, que tiene el  canciller Marcelo Ebrard.

Pero ambas afirmaciones son correctas.

Parecería como si la Cancillería, vista desde afuera, tuviera un problema de personalidad, o de identidad.

Ebrard es considerado como uno de los principales aspirantes a suceder eventualmente al actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, y así fue visto desde el inicio del gobierno.

Si esa imagen es realidad, o es algo bueno o malo para la política exterior, está por verse. Pero todo lo que ahora se hace u ocurre en la SRE es interpretado a partir de esa óptica.

Y en qué medida esa consideración examina o no la política exterior considerada como tradicional, que siempre ha sido condicionada por las simpatías o caprichos del Presidente, es una cuestión a debate, sobre todo por el partisanismo que ahora rodea los actos de gobierno a nivel nacional y la ideologización internacional. 

Es lo mismo si se trata de los éxitos de Ebrard al conseguir vacunas contra el COVID-19 y el anuncio sobre cada cargamento que llega o la donación de las envasadas en Argentina, que por lo que hizo en posiciones de gobierno anteriores o el trabajo de sus colaboradores.

El hecho es que las acciones de Ebrard y su equipo quedan siempre expuestas a la interpretación doméstica. Desde el breve establecimiento de una oficina alterna en Washington, al uso de un representante propio para negociar la situación de la migración centroamericana; de su aparente condición de "milusos" para el Presidente, hasta las quejas de los diplomáticos de carrera, relegados otra vez y como ocurre en  cada gobierno, por nombramientos cuestionables debidos a compromisos presidenciales o políticos.

Más allá, la actual política exterior apunta a un intento de romper la presunta dualidad Estados Unidos/resto del mundo, al apostar, al menos en apariencia, tanto por el ascenso de regímenes de izquierda en Latinoamérica como en la idea de diversificación política y económica más allá de la región.

Pero si la política doméstica ha sido siempre un condicionante de la política externa, las percepciones presidenciales y la situación del Canciller acentúan la idea del cortejo a la base partisana mientras se busca ofrecer una imagen moderada.

No es algo nuevo en México, aunque la posición del Canciller sea tan poco frecuente.

Y la realidad es que la geopolítica, la geografía, la economía y la sociedad obligan a que la atención y la apuesta económica del gobierno López Obrador, como las de sus antecesores, estén en la extensa relación con Estados Unidos. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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