Columna Invitada

Del efecto Macbeth a la madurez de pensamiento con la Presidenta

Sobra decir que la Presidenta no gobierna por los privilegios o intereses de unos pocos por encima del pueblo

Del efecto Macbeth a la madurez de pensamiento con la Presidenta
Diana López Zurita / Columna invitada / El Heraldo de México Foto: Especial

Pablo Amster y Juan Pablo Pinasco, en su libro Teoría de juegos. Una  introducción matemática a la toma de decisiones, nos dicen que el fenómeno del Efecto Macbeth ha sido bautizado en alusión a los versos de William Shakespeare, lo cual, manifiesta una actitud comparable a la de competidores que se enfrentan, “estoy en sangre tan empapado que, si dejase de avanzar, volver atrás sería tan  tedioso como seguir adelante. La idea es clara: los jugadores que participan en la  competencia caen en la cuenta de que si continúan pierden cada vez más. Pero a esa altura es mucho ya lo que llevan perdido como para abandonar: la confrontación se ha transformado en una carrera irreversible”1. 

En situaciones cotidianas encontramos el efecto Macbeth, cuando entramos  al cine a ver una película que nos han recomendado y luego de un rato nos parece pésima, no obstante, motivados por el costo del boleto decidimos no salir; cuando  debido a relaciones estresantes con los compañeros, preferimos aumentar la tensión y desde la otra parte, se asume el mismo comportamiento; cuando en una  relación de pareja deteriorada, el “estira y afloja” es lo que determina la convivencia,  entre otros casos. El efecto Macbeth se presenta de manera análoga entre empresas, gobiernos y países. 

En días pasados la Presidenta Claudia Sheinbaum mencionó que, respecto  a decisiones procedentes del exterior, sobre posibles ajustes en las políticas comerciales (aranceles) y de migración, es fundamental “mantener la cabeza fría. Hay que evitar el conflicto y buscar la colaboración sin subordinación”2. ¿Cuál es el  sentido político ante esta postura? 

Platón (427 a. C.-347 a. C.) en su libro La república, al reflexionar sobre la  filosofía política, las formas de gobierno y las características que deben distinguir a  quienes ejercen el poder, refirió la importancia de autorregular las emociones, de  mantener la templanza, con la finalidad de conocerse a sí mismo, para a su vez ser  receptivo a las necesidades y lógicas de los demás. 

Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en su libro El Príncipe, señaló que quien  ejerce el poder “debe ser cauto en el creer y obrar, no tener miedo de sí mismo y  proceder con moderación, prudencia y humanidad, de modo que una excesiva  confianza no lo vuelva imprudente, y una desconfianza exagerada, intolerable”3. 

Si nos remontamos más a atrás, Sun Tzu (544 a.C) en su libro, El Arte de la Guerra, expresó “por autoridad entiendo las cualidades de sabiduría, equidad, humanidad, coraje y severidad del general”4. 

Como es de notar, quizá la molestia de los opositores al gobierno de la Dra. Sheinbaum sea que, en ella encontramos cualidades y atributos que en la larga  marcha de los gobiernos neoliberales no. Para muchas de estas personas, el  encono, la sinrazón, el conflicto sean posiblemente sea la solución. ¿El resultado? El efecto Macbeth. 

Para una mente que vela por los intereses del bien común, la “cabeza fría” es el criterio que conjuga la templanza, la prudencia y por supuesto, la sabiduría. Sobra decir que la Presidenta no gobierna por los privilegios o intereses de unos  pocos por encima del pueblo. Sobra decir que basta una decisión mal fundada para  perjudicar a la sociedad en general. Es preferible tomar con seriedad e inteligencia el proceso de gobernar que buscar el nacimiento del efecto Macbeth. 

POR DIANA LÓPEZ ZURITA

COLABORADORA

EEZ

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