ANECDATARIO

"Falta de honor”

Compartir los conocimientos médicos en beneficio del paciente y el avance de la salud

OPINIÓN

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Atala Sarmiento/ Anecdatario / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Larga es la carrera académica de la medicina. Si quienes cuidan de nuestra salud nunca dejan de estudiar para reajustarse a lo que dicta la actualidad, sería importante que cada tanto también renovaran su juramento hipocrático.

La vida en las aulas culmina con la tradición de llevar a cabo un ritual que marca la iniciación en el mundo profesional de los médicos con el fin de concienciarlos sobre su papel moral dentro de la sociedad, a través del texto escrito por Hipócrates, padre de la medicina, en el siglo V a.C., y que resume los principios éticos a los que habrán de enfrentarse ejerciendo su actividad.

Dicho tratado ha tenido varias actualizaciones, la primera en 1948 en la “Declaración de Ginebra” y la más reciente en 2017. Entre otros fundamentos, los médicos juran, por ejemplo:

  • Respetar la autonomía y dignidad del paciente.
  • Compartir los conocimientos médicos en beneficio del paciente y el avance de la salud.

Destaco estos dos porque, cada vez que me duele el pie izquierdo, pienso en el traumatólogo que visité cuando me esguincé durante unas vacaciones.

En mi primera visita tardó 45 minutos en hacerme pasar a la consulta. Nerviosa de poner en riesgo mi llegada puntual al programa de televisión en el que trabajaba, pregunté 2 veces si era posible entrar o cambiar la cita para otro día en que el médico no estuviera tan ocupado.

En mi segunda revisión, al parecer, hubo una confusión creada por la recepcionista quien anotó una hora en la agenda del médico y otra, más tarde, en la mía.

Me presenté solo con 5 minutos de atraso en la recepción anunciando mi llegada.

Esta vez me tocó esperar al médico dos horas, una en la admisión y otra acostada en una camilla en el cuarto de revisión.

El Doctor Gonzalo Vazquez Vela Jonhson decidió revisar a todos los pacientes que habían llegado esa tarde, incluso los que llegaron mucho después que yo.

No conforme con eso, también atendió a dos o tres representantes de laboratorios.

Cuando el consultorio quedó completamente vacío, se dignó a revisarme.

No tardó ni 5 minutos en mirarme el pie para pedirme luego que lo acompañara a la oficina.

Una vez allí, con mala cara y modos, escribiendo en su computadora y sin si quiera mirarme, espetó: “Perdona la demora, pero llegaste tarde a tu cita”.

Yo le expliqué la presunta confusión horaria. Ante el desacuerdo, el médico dijo que no lo iba a tener que esperar nunca más pues esa era mi última consulta dándome un alta anticipado. Evidentemente la lesión no había sanado y, obviamente, a la fecha, sigo teniendo problemas por esa lesión.

“Hago estas promesas solemne y libremente bajo mi palabra de honor” termina rezando el juramento. La pena es que hay médicos que olvidan sus promesas, y cuyas palabras carecen de honor ¿Qué diría Hipócrates?

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI

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