LA ENCERRONA

El turno es para los jueces

Esta vez el turno fue para el juez federal Juan Pablo Gómez Fierro, quien otorgó varias suspensiones temporales en contra de la ley eléctrica emanada de Palacio Nacional

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.”

John E. Edward Dalberg-Acton

Es sabido que a López Obrador le gusta en demasía los rounds de sombra. La construcción del enemigo, dijera Carl Schmitt en su criterio amigo-enemigo. Para el presidente el amigo representa quien está con él y el enemigo será todo aquel no esté a su lado o que piense (aunque sea un ápice) diferente. Para esta construcción recurre a símbolos, palabras, victimización. Ejemplos hay muchos solo en tiempos de la llamada 4T, para la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el enemigo fueron los empresarios involucrados y el gobierno anterior; para dar un manotazo en la mesa respecto a los salarios del funcionariado, los enemigos fueron los magistrados; para tomar el control de organismos públicos autónomos, el enemigo fue el INE; para acabar con fideicomisos, el enemigo fue la “ciencia neoliberal”.

En este tenor, el presidente define como a su actual enemigo al Poder Judicial en general y, en particular, a aquellos jueces que “osen” contradecir su Ley de la Industria Eléctrica. Como en los ejemplos ya citados, López Obrador utiliza varias herramientas en contra de sus “enemigos”, estas van desde el escarnio público desde el púlpito de sus conferencias matutinas, hasta la utilización de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) como un hacha afilada lista para amagar a los adversarios. Esta vez el turno fue para el juez federal Juan Pablo Gómez Fierro, quien otorgó varias suspensiones temporales en contra de la ley eléctrica emanada de Palacio Nacional.

Fiel a su costumbre, en la mañanera el presidente mandó un mensaje a este osado juez, al Poder Judicial y a la sociedad entera: “Yo estoy seguro de que no es inconstitucional la reforma, pero si determinan jueces, magistrados y ministros que sí lo es y no puede proceder, enviaría yo una iniciativa de reforma a la Constitución porque no puedo ser cómplice del robo, no puedo aceptar que particulares dañen la hacienda pública y afecten la economía popular”. Ante esto, lo que realmente dijo fue -si mi ley es inconstitucional, pues cambio la Constitución a mi capricho-. Lo que representa una evocación al pasado del presidencialismo total y es a todas luces una amenaza para todo nuestro país.

En este nuevo capítulo de -estás conmigo o contra mí-, no solo es una afrenta para cualquier gremio en particular, la amenaza no es tan solo para los jueces (a quienes ya amagó enviando al Senado una para expedir la Ley Orgánica del Poder Judicial y la Ley de Carrera Judicial del Poder Judicial de la Federación, con sanciones “anticorrupción”), es también un claro intento por desaparecer la división de los Poderes de la Unión, para que recaigan en él y solo en él, puesto que sabemos que en este momento, el Congreso “no le moverá ni una coma” a los designios presidenciales.

Una vez más queda demostrado que para López Obrador no existen las leyes ni la Carta Magna de nuestra nación y que hará todo lo posible por realizar sus antojos y ostentar el poder de manera absoluta. Delante de esta realidad, hoy más que nunca es necesario colocar los contrapesos imperativos que exige democracia del país y desde la Cámara de Diputados forjar candados para que estas acciones unipersonales del inquilino de Palacio Nacional no sigan existiendo en el segundo trienio de esta administración.

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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