Joan Manuel Serrat presentó en el Auditorio Nacional su gira “El vicio de cantar 1965-2022” con la que se retira de los escenarios, porque quiere despedirse con dignidad del público que por más de seis décadas lo acompañaron. El español ofreció un show de más de dos horas y casi 30 canciones, haciendo bromas y recordando a su mamá, infancia, amigos y a varios colegas que admira.
A las 20:30 horas las palmas del público aclamaban el inicio del show, pero esperaron diez minutos más para ver por fin a su ídolo salir al escenario acompañado de los acordes de “Dale que dale”, mientras el público comenzó a halagar al cantante con una ola de aplausos.
“Qué gusto que estén aquí, de modo que pueda acercarme a ustedes y darles las gracias por la compañía que me han dado en tantas ocasiones a lo largo de mi vida.
Es un gusto estar aquí despidiéndome personalmente como corresponde. Pero el de esta noche no es mi último concierto… queda el de mañana”, bromeó al saludar a los presentes.
Después siguió comentando que guardaran el boleto de acceso para que pudieran presumir que ellos estuvieron en esa noche, sobre todo “en el caso poco probable y deseable de que no lleguemos al final del concierto, ustedes siempre podrán presumir y (decir) lo vi caer. Así que en previsión de hechos desagradables”.
Pero a sus 78 años, Serrat lucía vigoroso, sano y alegre, recorría el escenario de un lugar a otro, entonando sus éxitos “Mi niñez” y “Mi carrusel del furo”, de vez en cuando se sentaba en una silla que estaba al costado del entarimado, junto a una mesa, colocada frente a los músicos que lo acompañaban.
Durante toda la noche bromeó sobre su retiro de los conciertos, ya que ha explicado que en su casa seguirá componiendo temas e incluso grabar un disco, presumiendo que es mejor retirarse con dignidad, antes de que el presagio de los títulos de sus canciones sentencien su final.
“Y si les digo que nunca he abusado de una mujer ‘de cartón piedra’… es verdad. Tal vez algún día salga en El alarma -Cantautor de éxito es descubierto abusando de una mujer de cartón piedra-.
Desagradable final de carrera, por eso he decidido despedirme con dignidad”, dijo antes de cantar “Romance de curro el palmo” y “Señora”.
Tan alegre estaba el intérprete, que incluso para “Lucía” y “No hago otra cosa que pensar en ti”, deleitó al público con sus mejores pasos de baile y aprovechó para presentar a los siete músicos. No sin antes agradecer a los colegas con los que ha escrito. “Hacer una canción es como (hacer) café con leche, una vez juntas la letra y la música nunca más podrán separarse. Entonces ahí es cuando la música habla y la letra canta”, contó.
También recordó al poeta Miguel Hernández con “Las nanas de la cebolla”, y a su mamá que todas las noches le cantaba una canción de cuna que inspiró el tema “Cançó de bressol”, la cual interpretó en catalán, mientras en la pantalla central aparecía la letra en español encima de paisajes sobre su tierra.
De repente tomaba su guitarra para tocar canciones como “Hoy por ti mañana por mi” y “Mediterráneo”, al final de cada interpretación el público le gritaba algunos “Te amo”. En su mayoría los asistentes eran personas adultas que fueron fieles testigos “presenciales” del recital, es decir, ya que no se veían muchos celulares grabando el show.
El invitado de la noche fue Manuel Mijares, juntos cantaron “Hoy puede ser un gran día”, el cual fue de los más aplaudidos. Sin embargo, gran parte del público unió sus voces en “Aquellas pequeñas cosas”.
Serrat aprovechó la noche para hablar del cambio climático, un problema que tiene años y parece no interesarle a nadie. Contó que en este problema se inspiró para hacer “Pare”, pensando que sería obsoleta pronto y ya tiene 50 años.
“Es muy doloroso ver la porquería del mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos y nietos. Tenemos tendencia a pensar que estamos a tiempo, pero sinceramente nadie tiene prisa de hacerlo.
Deseo que cuando nos volvamos a ver nos veamos las cara sin tapabocas y que la palabra mañana sea un sinónimo de vida”, afirmó.
La velada siguió con temas como “Fiesta”, “Un mundo raro” y “La golondrina”, momento en el que las lámparas de los celulares iluminaron el recinto. Previo a ésta recordó su llegada a México en 1969 y el ambiente político y social que había en esa época.
Al terminar la interpretación se despidió, pero ante los aplausos de la gente regresó para interpretar “Penélope”, tras dos horas y media de música.
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