Columna invitada

La soberbia como principio

Las respuestas de los reporteros presentes no satisfacían a la mandataria, quien guiaba la conversación hacia lo que ella llama “el contexto”

La soberbia como principio
Adriana Dávila / Colaboradora / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

“¿Quién puso la denuncia?", preguntó en su conferencia matutina la presidenta de México, al ser cuestionada sobre el incomprensible pero esperado respaldo de la bancada de Morena, del PVEM y del PRI a Cuauhtémoc Blanco, denunciado por abuso sexual por su hermana. La mayoría de la Cámara de Diputados desechó, ante la indignación de millones de mexicanos, la posibilidad de desaforar al exfutbolista, para que se investigara este posible delito.

Las respuestas de los reporteros presentes no satisfacían a la mandataria, quien guiaba la conversación hacia lo que ella llama “el contexto”: "¿quién pone esta denuncia? ¿de dónde viene la denuncia que le hacen al exgobernador?" insistía, como si con ello pudiera borrar los agravios en contra de las víctimas y de las mujeres de México, cometidos por los integrantes de su movimiento.

Al fin de su boca salieron las palabras: “¿Qué fiscalía? ¿Ese fiscal de Morelos, qué característica tenía? ¡Encubridor de feminicidios!", lanzó. La denunciante, Nidia Fabiola Blanco Fernández, fue invisibilizada por la primera mujer presidenta que ha tenido este país y que durante su toma de protesta aseguró que, con ella, llegaban todas.

Para la científica, la acusación fue hecha por el exfiscal de Morelos, Uriel Carmona, uno de los adversarios políticos de su movimiento “transformador”, cuya lucha política entre ellos se intensificó en su campaña de 2024 y no precisamente por la familiar del político, acusado, además, de desfalcar las arcas del estado que mal gobernó y de tener vínculos con miembros del crimen organizado.

No es la primera vez que desde el oficialismo se defiende a uno de los suyos; el guión de la trágica película que hemos observado con los cuatroteístas es idéntico: no importa cuáles sean los delitos que cometan sus integrantes, pues estarán cubiertos con el manto protector del "bienestar" y la impunidad, porque el cálculo electoral siempre estará por encima de la justicia.

En esa sesión, que pasará a la historia como uno de los momentos más oscuros de la clase política gobernante, Claudia Sheinbaum confirmó que su cargo deberá siempre escribirse con “A” y que, por decisión política, decidió acompañar especialmente a las legisladoras de su bancada, las que permiten, también con "A", el abuso, el acoso y la agresión. Lamentable escucharlas gritar, jubilosas, "¡no estás solo, no estás solo!", cuando el desfachatado diputado hacía uso de la tribuna, momento en que la voz de la víctima se apagaba junto con la esperanza de encontrar justicia.

Y por más que el legislador se presente ante la fiscalía del estado de Morelos, el mensaje fue claro: las complicidades pesan más que la justicia, para los morenistas las víctimas pueden esperar, la costumbre lamentable es el feminismo selectivo.

No hay duda: este régimen representa lo más podrido de quienes han llegado al poder; tienen a la soberbia como principio de vida y, por eso, cometen toda clase de atrocidades y niegan los problemas para no resolverlos. ¿Quiere algunos ejemplos?

Si es usted una madre buscadora, no critique, no señale, no denuncie, pues será descalificada y linchada por los propagandistas a sueldo del gobierno.

Si usted tiene un hijo con cáncer, no se queje, menos exija tratamiento o quimioterapias, pues el gobierno arremeterá en su contra y lo señalará como “golpista”.

Si a usted lo asaltan y lo hieren por transitar en las carreteras inseguras y en mal estado de este país, aguántese, el gobierno está demasiado ocupado en las campañas electorales de alguno de los miembros de su partido.

Si usted es mujer y víctima de acoso, agresión, abuso sexual o violación, poco o casi nada hay que hacer, porque las mujeres del régimen no tienen tiempo para encabezar su exigencia de justicia y, en cambio, tienen muchos depredadores en sus filas a quienes deben defender.

Esto es lo que representa la transformación que construye con gran “éxito” y singular cinismo, su segundo piso. ¡Indignante!

POR ADRIANA DÁVILA FERNÁNDEZ

POLÍTICA Y ACTIVISTA

MAAZ

 

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