COLUMNA INVITADA

La música norteña mexicana

La música norteña es aquella que se define, desde lo instrumental, por un acordeón y un bajo sexto

La música norteña mexicana
Foto: El Heraldo de México

La música norteña es aquella que se define, desde lo instrumental, por un acordeón y un bajo sexto. La norteña también se define por la ejecución de géneros dancísticos europeos como la polka y el vals, además de creaciones mestizas como el corrido, la canción ranchera, el bolero y la cumbia. Históricamente, la música norteña es binacional porque se gestó en medio de procesos migratorios generados entre México y Estados Unidos, durante los siglos XIX y XX. Es verdad que casi la totalidad de los ejecutantes e intérpretes que grabaron por primera vez música norteña, nacieron en territorio mexicano, pero fue en los Estados Unidos donde encontraron las condiciones tecnológicas para materializar sus proyectos. Sin el capital y los avances científicos estadounidenses la música norteña, posiblemente, no existiría como la conocemos en la actualidad. La música norteña es de México, pero también es de los Estados Unidos.

Para Cathy Ragland, la música norteña pertenece a “una nación entre dos naciones”; una región cultural que en sentido estricto no es mexicana, ni tampoco estadounidense. La moción de Ragland está inspirada en el nuevo transnacionalismo. Éste propone que siempre habrá terceras regiones que se construyan a partir de los flujos culturales entre dos o más países. En sus orígenes, la música norteña fue una creación Mexicoestadounidense. Hoy este cúmulo de prácticas, códigos, sonidos y letras, son importantes para millones de habitantes de regiones americanas como Chile, Colombia y Bolivia. Las demarcaciones geográfico-políticas no han limitado los viajes de la música norteña.  

La música norteña se definió en una región de frontera que involucra a un país periférico como México y a otro responsable de tomar decisiones concernientes a la humanidad (Estados Unidos). La música norteña es un fenómeno cultural que ejemplifica la vigencia de la teoría de la dependencia, tan importante para las sociedades occidentales de finales de la década de 1960. México ha contribuido con braceros, músicos y compositores; mientras que Estados Unidos puso los medios tecnológicos para convertir a la norteña en un producto que forma parte de la industria del entretenimiento.

La música norteña surgió cuando se grabaron los primeros temas de los duetos compuestos por Narciso Martínez (acordeón) y Santiago Almeida (bajo sexto); además del hecho por Jesús Maya y Timoteo Cantú, en las décadas de 1930 y 1940, respectivamente. Bajo la clasificación de “música norteña”, se grabó y comercializó repertorio mexicano con el acompañamiento de un bajo sexto y un acordeón. Si pensamos en la radio como un medio de difusión de la música grabada, la transmisión del primer programa en español, al interior de los Estados Unidos (1928), forma parte del proceso de creación de una industria del entretenimiento, iniciado en la década de 1920. Las primeras grabaciones de música norteña se hicieron entre la crisis de 1929 y la implementación del Programa Bracero, en 1942.

Propongo entender a la música norteña como una creación de la industria cultural estadounidense de la primera mitad del siglo XX. Si retomamos el concepto “músicas mundo” desarrollado por Ignacio Corona y Alejandro L. Madrid, la etiqueta “música norteña” puede significar una estrategia comercial para desarrollar un mercado de consumo, manejado por la industria del entretenimiento anglosajón en el continente americano. Dicha estrategia comercial, pronto fue imitada y aplicada por los corporativos de la comunicación en México.

Si la comprendemos como una creación artística binacional, de la que participaron los Estados Unidos y México, la música norteña nació transnacional; su esencia es migrante y su naturaleza viajera. Si el nacionalismo mexicano ignoró por varias décadas a la música norteña, fue porque, amén de la guitarra, poco tenía de mexicana con sus sonoridades de acordeón y ritmos europeos de baile de salón. No era 100% mexicana, por lo menos no desde la concepción del Estado. Para comprender la vocación transnacional de la música norteña, es necesario detenernos en la segunda mitad del XIX, es decir, en sus orígenes.

Pensemos en las bandas de viento, en géneros dancísticos como la polka y el vals. Luis Martín Garza Gutiérrez ha demostrado que las bandas de viento en general, y las traídas por la Intervención francesa, en particular, influyeron en la construcción de la música norteña. Desde el siglo XIX, a través de las bandas de viento, se popularizaron géneros dancísticos europeos como la polka y el vals, en el noreste mexicano (Nuevo León. Coahuila y Tamaulipas). De acuerdo con Rubén Tinajero Medina, hay dos ritmos vertebrales para la música norteña: la polka y el vals.

La llegada de estos ritmos europeos a México tuvo lugar durante el siglo XIX, como lo demuestra Radko Tichavsky. Con base en la importancia que tienen la polka y el vals, para la constitución actual de la música norteña, es relevante acotar que el lapso que transcurrió entre su masificación en Europa y su llegada a los Estados Unidos y México, fue breve. Partiendo de la importancia histórica que ambos géneros dancísticos han tenido para la música norteña, propongo que ésta fue transnacional muchos decenios antes de ser definida por la industria del entretenimiento estadounidense de la década de 1930.

La música norteña es un tema por el que me interesé, académicamente, desde el 2004, cuando desarrollé mi primera ponencia en un foro universitario de la ciudad de Morelia. En aquella época no tenía idea de cómo generar conocimiento sobre la norteña, a pesar de ser una música con la que conviví desde pequeño. Por lo mediatizado que está el narcotráfico mexicano, millones de personas imaginan que los narcocorridos son la música norteña. Están equivocados. Incitados por el morbo, treintenas de académicos han fluido océanos de tinta, con el propósito de abordar un fenómeno al que, en otras oportunidades, he definido como “la corridización de la música norteña”.

Si pensamos en la música norteña, Estados Unidos y México, representan al centro económico, mientras que los países sudamericanos encarnan a la periferia. A su vez, México fue la periferia de Estados Unidos, cuando necesitó del gigante económico, para que sus artistas grabaran (sigue siendo periferia). Sin la tecnología ni el andamiaje de la industria del entretenimiento norteamericano, la música norteña mexicana no existiría como la disfrutamos. En la definición de la música norteña, México se benefició de su cercanía con los Estados Unidos de Norteamérica.

La música norteña es un tema serio que hoy forma parte del entramado académico.

Por: Luis Omar Montoya Arias

X: @LuisOmarMo1982

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