COLUMNA INVITADA

El mito de la turistificación y la realidad de las viviendas turísticas en la CDMX

La crisis de vivienda en la capital no es consecuencia de las plataformas de hospedaje temporal. La oferta inmobiliaria se ha reducido drásticamente en los últimos años: de 2018 a 2024, la construcción de vivienda cayó un 42% en comparación con el periodo 2012-2018

El mito de la turistificación y la realidad de las viviendas turísticas en la CDMX
Foto: El Heraldo de México

Desde hace algunos años, las viviendas turísticas han sido señaladas como las responsables del aumento en los costos de la renta en la Ciudad de México. Una narrativa que, aunque conveniente para ciertos grupos, no resiste el análisis con datos reales. Mientras se acusa a estas viviendas de encarecer el acceso a la vivienda, la falta de inversión en desarrollo inmobiliario y la escasa producción de vivienda asequible pasan desapercibidas. La discusión se ha desviado hacia un falso enemigo, en lugar de enfocarse en las causas estructurales del problema.

La crisis de vivienda en la capital no es consecuencia de las plataformas de hospedaje temporal. La oferta inmobiliaria se ha reducido drásticamente en los últimos años: de 2018 a 2024, la construcción de vivienda cayó un 42% en comparación con el periodo 2012-2018. Solo en 2024, se construyeron 1,157 viviendas en la CDMX, cuando el mínimo necesario para atender la demanda anual es de 70,000 unidades. Esta desaceleración, junto con una población en constante crecimiento, es lo que ha generado el alza en los costos de alquiler y compra, no las viviendas turísticas.

A pesar de que su presencia en la ciudad ha sido sobredimensionada en el debate público, los datos reflejan que representan menos del 1% del parque habitacional de la CDMX. Actualmente, hay aproximadamente 26,000 viviendas activas en plataformas, lo que significa que su impacto en el mercado inmobiliario es prácticamente marginal. Incluso si se excluyen las que se alquilan parcialmente, la cifra se reduce aún más, con solo un 0.59% del total de viviendas destinadas exclusivamente a alquiler temporal. Atribuirle a este sector la responsabilidad del encarecimiento de la vivienda es ignorar el problema real.

Paradójicamente, las restricciones impuestas a las viviendas turísticas han sido promovidas por el sector hotelero, que en su mayoría está representado por inversionistas extranjeros y grandes corporativos internacionales. Mientras que las viviendas turísticas generan ingresos directos para 160,000 familias mexicanas y han permitido que miles de pequeños emprendedores locales participen en la industria turística, el sector hotelero concentra sus beneficios en conglomerados con sedes en el extranjero.

Por el contrario, cada peso gastado en una vivienda turística genera tres pesos adicionales en la comunidad local. Los turistas que se hospedan en este tipo de alojamientos no solo buscan experiencias más personalizadas, sino que consumen en restaurantes, comercios y servicios locales, beneficiando directamente a pequeños negocios y emprendimientos familiares. A diferencia de los hoteles, que concentran el gasto dentro de sus instalaciones, las viviendas turísticas distribuyen los beneficios económicos en el entorno inmediato.

Además, la recaudación fiscal de las viviendas turísticas ha sido significativa. Entre 2017 y 2023, este sector generó $2,200 millones de pesos en Impuesto sobre el Hospedaje (ISH) a nivel nacional, de los cuales $500 millones provinieron solo de la CDMX. En lugar de restringir su operación, una política eficiente debería considerar la posibilidad de destinar estos recursos a la construcción de vivienda asequible y proyectos de regeneración urbana. Si realmente se busca mitigar el problema de acceso a la vivienda, la solución no está en limitar el hospedaje temporal, sino en invertir en soluciones de vivienda para quienes más lo necesitan, una iniciativa que, afortunadamente, está impulsando la actual administración.

El turismo es, por naturaleza, un espacio de convivencia global. Las ciudades que han entendido esto han apostatado por regulaciones equilibradas, que permiten la convivencia de hoteles y viviendas turísticas sin afectar la dinámica urbana. En la CDMX, las políticas restrictivas solo reducirán la oferta de alojamiento, encarecerán los precios y promoverán la informalidad.

Si el verdadero interés es garantizar un acceso equitativo a la vivienda, la solución es incentivar la inversión en desarrollos inmobiliarios y en la recuperación de las 207,000 viviendas desocupadas que existen en la capital. Aprovechar estos inmuebles bajo esquemas de renta flexible reduciría la necesidad de nuevas edificaciones y permitiría aliviar la presión sobre la infraestructura urbana. Regular el crecimiento de las viviendas turísticas de manera justa, en lugar de restringirlo, permitiría que este modelo siga generando empleo, inversión y oportunidades para miles de familias mexicanas.

El debate sobre las viviendas turísticas debe alejarse de la desinformación y centrarse en soluciones reales. En un mundo donde las tendencias de viaje están evolucionando, la Ciudad de México tiene la oportunidad de posicionarse como un destino vanguardista que fomenta la convivencia entre distintos modelos de hospedaje. Apostar por una regulación que equilibre los intereses de todos los actores es la clave para asegurar que el turismo siga siendo un motor de crecimiento, inclusión y desarrollo para la ciudad y sus habitantes.

 Sean Cázares Ahearne

Director General de la Asociación Mexicana de Viviendas Turísticas

 

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