La artista visual Elena Manero (Ciudad de México, 1990) centra su obra en su propio archivo fotográfico familiar, investigando la conexión entre el cuerpo, la memoria y las imágenes, profundizando así en cómo las personas registran, documentan y comparten sus historias a lo largo del tiempo.
En entrevista, la también ilustradora contó que siempre ha estado inmersa en el arte, gracias a su abuela, quien pintó toda su vida, creando una conexión que le permitió comprender que la identidad no es un concepto únicamente personal sino también colectivo y que, además, “influye en la construcción de lo que somos”.
“Mi obra nace de una inquietud al preguntarme quiénes somos, cómo nos formamos y cómo se moldea la identidad a partir de la interacción sociocultural, en un contexto determinado, pero también, al cuestionar los estereotipos y normas sociales, reconociendo que ésta no es estática, sino que evoluciona con el tiempo”, sostiene.

En su más reciente trabajo, Proyecciones de la memoria inaprensible, exposición que permanece en la Galería Aldama Fine Art hasta el 28 de marzo, Manero presenta 33 piezas que incluyen tanto pinturas como monotipos “una técnica de grabado en la que sólo se puede obtener una copia única de cada imagen, lo cual, se relaciona simbólicamente con la memoria como un registro irrepetible”.
En este proyecto, la artista digitaliza y edita fotografías familiares, que luego proyecta sobre modelos que sirven de lienzo, creando una interacción simbólica entre la memoria, el cuerpo y la historia, a través de la pintura. Además, cuestiona el proceso de recordar, olvidar y reconstruir el pasado.
“Mi trabajo es proceso de autoexploración, pero también una invitación para que los observadores reflexionen sobre su memoria, entendida en términos individuales y colectivos, y que comprendan cómo el pasado es esencial para conectarse con el presente y proyectar el futuro”, finalizó.
Con su obra la artista desafía el naturalismo pictórico, proponiendo una visión poética y metafórica de la realidad, donde la proyección actúa como una metáfora visual que corporeiza las memorias heredadas y la construcción de la identidad personal, a la vez que refleja un desplazamiento hacia el futuro. Así, la pintura le otorga cuerpo, textura y porosidad a cada imagen, encarnando la memoria.
Por Azaneth Cruz
EEZ