Sinaloa está a su suerte. Los sinaloenses están solos. El Estado mexicano abdicó a su principal tarea: dar seguridad a las personas. Renunció a su responsabilidad. Lo hizo con toda convicción. El presidente así lo decidió. Como los abrazos no funcionaron, mejor la rendición. Que los criminales se encarguen, que quede en ellos procurar la paz. El gobierno se lava las manos.
En Sinaloa son más de 40 asesinatos en poco más de una semana de enfrentamientos. Tan solo el pasado fin de semana se registraron 24 homicidios, aunque sabemos que suele haber un subregistro de las autoridades.
¿Quién logrará contener la espiral de ejecuciones, desapariciones (más de 30), balaceras, robos y bloqueos? El gobierno no. Si acaso, la buena voluntad de los criminales.
Frenar la ola de violencia depende que de que los grupos de la delincuencia organizada “actúen con un mínimo de responsabilidad”, como dijo el presidente López Obrador en su mañanera del 13 de septiembre, pidiendo a sus integrantes hacer caso a las palabras del ‘Mayo’ Zambada en su carta. Ver para creer.
Que cese la violencia, pues, depende que que los criminales consideren las palabras de AMLO y se porten bien. Hasta ahora no lo han hecho. Los muertos se acumulan. Nadie pone orden en Sinaloa.
El general Francisco Jesús Leana, Comandante de la Tercera Región militar, acompañado del gobernador de Sinaloa Rubén Rocha Moya, lo dijo con todas sus letras.
¿Cuándo regresará a la normalidad a Sinaloa?, le preguntaron el pasado lunes.
“No depende de nosotros: depende de los grupos antagónicos que dejen de hacer su confrontación entre ellos para que la población viva en paz y tranquilidad”, aseguró.
El último apaga las luces. En los hechos, atestiguamos la renuncia del Estado mexicano a su principal obligación. No enfrentarán a las bandas criminales, les pedirán que sean “responsables” y esperarán a que “dejen de hacer su confrontación”. Los ciudadanos, mientras, deberán resistir. Están a expensas de los criminales.
-Off the récord
Ni escondiéndose, el escapista y senador de MC Daniel Barreda, podrá evitar que una nube de sospechas lo acompañen. Ha pasado una semana de su desaparición en pleno día en que el Senado votaría la reforma al Poder Judicial y, salvo unas cuantas líneas en redes sociales, no ha aclarado qué fue lo que pasó. ¿Realmente estuvo haciendo compañía a su padre que -eso afirma- fue detenido en Campeche? ¿Fue a esconderse para no votar? ¿Estuvo tan incomunicado que no pudo ni siquiera hacer una llamada y aclarar dónde se encontraba? ¿O negoció su ausencia para que Morena y aliados alcanzaran la mayoría calificada? ¿Cuánto tiempo más le dará MC para que despeje las dudas que se acumulan? ¿O será que la dirigencia del partido, que encabeza Dante Delgado, participó de un acuerdo inconfesable?
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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