Entre los convocantes para fundar un nuevo partido que desafíe a Morena desde 2027 está uno de los maquinadores de la Estafa Maestra. Está un exgobernador que ha sido acusado de endeudar a su estado. Está quien alguna vez defendió, en nombre de la democracia, que el entonces IFE no regresara a la Tesorería 348 millones de pesos y que se destinaran a la compra de propiedades.
Está ese activista que lucra con las causas justas y que alguna vez lo denunciaron por malversar recursos. Y está uno que, en sus tiempos de congresista, escondió en la cajuela de su auto a un diputado que terminó acusado de vínculos con el crimen organizado.
Están los exdirigentes perredistas que se rindieron al peñismo y que, a fuerza de corrupción, propiciaron el final del PRD. Está un expresidente panista, tachado de traficante de influencias, que es muy bueno para las frases domingueras: “objeta de manera ojete” o “deja de decir Barbosadas, pendejo”, entre otras monerías.
También está una expriista, directora de un semanario, que intentó vincular a la Presidenta con el nazismo y terminó funada por la comunidad judía. Está una excandidata presidencial que firma desplegados sionistas. Y está un historiador que difunde fotografías fake.
Está uno que critica el mesianismo del expresidente, pero él mismo se autoproclama “el adversario político número 1” de la 4T. Está uno que jura que los dirigentes no aspirarán a ningún cargo, pero no dice que los dirigentes controlarán el dinero de las prerrogativas.
Está una reconocida activista que también firma desplegados sionistas. Está un ‘súper analista’ que inventa hechos con tal de sostener sus teorías. Y probablemente está el mecenas de la oposición: Claudio X. González, quien por fin tendrá su propio juguete.
Por lo que he leído, los menoscabados convocantes apuestan a que se les sumen militantes y simpatizantes del PRI, del PAN, tan decadentes hoy. Pretenden que sea un partido de jóvenes, aunque la mayoría de los dirigentes rondan por los 60 años. No les importa si sus afiliados son de derecha o de izquierda: les interesan ‘las causas’ (como si éstas no tuvieran ideología).
Piensan atraer a víctimas y a toda aquella persona que ha sido desdeñada por el oficialismo (también receptor de políticos cuestionables). Su narrativa se basa en “la instauración de un régimen populista y antidemocrático”, en “la dictadura y el autoritarismo”, en “la recuperación de la República” y otras sentencias vacías. Y tienen la experiencia para afiliar a 260 mil personas organizar 200 asambleas, requisito para conseguir el registro.
Lo que les falta es tener un currículum menos controversial, desprenderse del viejo modus operandi de vegetar con las prerrogativas, jubilar a los ‘señoros’ dirigentes y, sobre todo, un proyecto de país que encare al de Morena. Mientras nada de esto suceda, no habrá oposición que empiece a ser tomada en serio.
POR ALEJANDRO ALMAZÁN
COLABORADOR
@ELALEXALMAZAN
EEZ