Que nadie se diga sorprendido. Su propio nombre anuncia su naturaleza: ‘montaña que humea’ es el significado en español de Popocatépetl, palabra en náhuatl. Pero sobre todo cuando las erupciones que están ocurriendo son las más fuertes del actual milenio. Las últimas que tuvieron casi la misma intensidad fueron las de 1994, pero incluso esas no fueron tan grandes como las que se registran ahora.
25 millones de personas viven en un radio de 100 km del cráter de la montaña. ¿Eso es mucho o poco? A continuación unos datos para tener idea de lo que podría significar que el Popo ‘truene de en serio’:
La lava de un volcán usualmente alcanza distancias de entre 5 a 10 kms de su cráter; en grandes erupciones llega a más de 20 kms (como fue el caso del volcán de La Palma en Gran Canaria, España, en diciembre del 2021, donde la lava destruyó 73 kilómetros de carreteras y más de 1,200 hectáreas de terreno).
El área de alto riesgo en torno a un volcán es de por lo menos 30 kilómetros, y se amplía hasta 150 km si se consideran cuestiones como ‘riesgos a la salud’ por los vapores y las cenizas expulsadas. Radio donde se encuentran: la Ciudad de México (a 72 km); Cuernavaca (a 63 km); Tlaxcala (a 53 km), y Atlixco (a 24 km). Que la ceniza expulsada llegue a todas o a alguna de las ciudades antes mencionadas es casi un hecho, entonces. Y no poca ceniza, sino una que puede alcanzar 30 centímetros de espesor.
Menciono lo anterior ya que ello significaría una perturbación profunda y por varias semanas en las urbes y habría que estar planeando ya cómo reaccionar pues impactaría de manera directa al transporte terrestre, al aéreo, al drenaje y a la red eléctrica.
El 18 de diciembre de 2000, el gobierno federal publicó una declaratoria de emergencia preventiva para efectos de las Reglas de Operación del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) por el sensible incremento en la actividad del volcán Popocatépetl. Esa fue la respuesta inmediata del gobierno federal en ese momento para enfrentar una contingencia parecida a la que ya estamos viviendo. ¿Pero cuál es la respuesta hoy? ¿Qué se hace ante las emergencias? ¿De cara a situaciones que podrían atajarse de mejor manera y a tiempo con programas de atención y recursos específicos?
El FONDEN desapareció en este sexenio. Y si bien López Obrador dijo que se tienen dispuestos 7,275 efectivos de diversas corporaciones de Seguridad Pública para la atención de la población, así como un plan de evacuación, no se conoce mayor detalle de las funciones de unos ni de los componentes del otro. Fuera de un recorrido que realizó el secretario de la Defensa Nacional por zonas aledañas al volcán, y que a nivel federal apenas se están analizando la instalación de albergues y la posibilidad de reparar caminos y rutas de evacuación, no se conoce detalle alguno sobre lo que hará el gobierno federal en caso de que la peligrosidad se incremente rápidamente (y de dónde obtendrá los recursos para desplegar el mencionado plan y atender a la población que lo requiera).
Durante las últimas horas, el Popocatépetl disminuyó el tremor de alta frecuencia, mas ello no es sinónimo de que vuelva a la tranquilidad. De hecho, la caída de ceniza no cesa y el gobierno del Estado de Puebla el mismo sábado cambió el semáforo de alerta volcánica a amarillo fase tres, y este continúa.
Hay incertidumbre y la pregunta que se hacen los mexicanos, particularmente quienes habitan a las faldas del volcán, es: ¿los gobiernos federal, estatales y locales están preparados para una mega erupción del Popo? Más allá de los discursos, filias y fobias políticas, es fundamental que lo estén.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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@MALOGUZMANVERO
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