ANÁLISIS

El fracaso de 2007

El corazón de la Reforma Electoral fue una legislación más rigurosa respecto de los medios de comunicación

OPINIÓN

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Federico Döring / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Fueron dos los principales operadores de la Reforma Electoral en 2007, elaborada con el discurso de la reconciliación poselectoral y la equidad, aunque en los hechos siempre se trató más de agendas personales que de un tema de Estado. 

El corazón de la reforma fue una legislación más rigurosa respecto de los medios de comunicación y la propaganda política; la prohibición de contratar propaganda por parte de terceros para apoyar o atacar candidatos; reglas de civilidad para evitar las campañas de contraste, el recuento voto por voto cuando el resultado tuviese una diferencia menor a 1 por ciento, y plazos iguales para todos los partidos y candidatos en precampañas y campañas. 

En el nuevo modelo de comunicación, uno buscaba que nadie se volviera a promocionar con recursos públicos emboscados de comunicación social, como lo había hecho Arturo Montiel antes; el otro, que tampoco lo hicieran gobernadores de otros partidos o miembros del gabinete de Calderón. 

Pero no contaban con la astucia de Alejandro Quintero y el concepto publicitario de la Gaviota (antes fue Lucero) que permitió el despilfarro de recursos públicos en una campaña que llevó a Peña Nieto a la Presidencia. 

Hoy las cosas no son diferentes, como se ha observado en los eventos ilegales de las corcholatas de Morena, actos que no son más que la excusa para pautar, de manera anticipada, aspiraciones electorales, violando a su vez otras dos disposiciones básicas de aquella reforma.

La primera que con esos eventos se rompe es la regla de unicidad de los tiempos electorales, es decir, para evitar que alguien se adelantase como lo hizo Vicente Fox con los Amigos de Fox, se estableció que todas las precampañas y las campañas deberán iniciar al mismo tiempo. 

Y la segunda, la prohibición para terceros de contratar propaganda a favor o en contra de los candidatos, como lo hiciera en su momento el Dr. Simi, y como lo hacen hoy, en todo el país, Sheinbaum y Adán Augusto, con su publicidad “espontánea” en vehículos, espectaculares y bardas.

La conjugación sistemática de estas trampas, la realización de los eventos de Morena con sus corcholatas, así como las denuncias ante las autoridades electorales por dichas irregularidades, generan el contenido noticioso –que supuestamente no es pagado– de la cobertura de las corcholatas tramposas, en el marco de una competencia ya iniciada, para una encuesta como método de selección del candidato, con lo que pretende justificar tales actividades.

Otro cromosoma fallido de la reforma fue evitar las campañas de contraste. Día con día, ese precepto se viola desde el púlpito de las mañaneras, acabando con otro de los anhelos de dicha reforma, que era acotar la intervención del Presidente de la República en los medios de comunicación.

De este par de “genios” se debe decir que uno tuvo éxito parcialmente al evitar que el PAN o Calderón pudieran posicionar con éxito algún candidato, de cara a la elección presidencial de 2012, pero le salió el tiro por la culata en sus aspiraciones personales y agenda partidista. Del fracaso monumental del otro sólo resta el consuelo de la pretensión de redención histórica operando y articulando la Reforma Electoral que hizo eco al discurso del supuesto fraude de 2006 y que llevó a AMLO al poder en 2018, ante el galopante regreso de la corrupción y la frivolidad política.

POR FEDERICO DÖRING
DIPUTADO POR EL CONGRESO DE LA CDMX
@FDORINGCASAR

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