COLUMNA INVITADA

En toda guerra, la primera víctima es siempre la verdad

es evidente que, en un mundo tan desigual y jerarquizado en lo económico y consumista, la manipulación encuentre tierra fértil: Las personas sólo quieren ver confirmadas sus creencias o se ven empujadas a ello

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Por donde escuches o leas encontrarás términos que están de moda, usados de manera constante, entre ellos, el irritante vocablo posverdad, y pregunto: ¿Somos capaces de analizar la realidad de manera objetiva para no ser manipulados?

La posverdad no es más que un eufemismo que oculta una mentira. Una mentira etiquetada como emotiva que apela a los sentimientos en lugar de a hechos objetivos, a fin de seducir a la gente, influirla y captarla.

En la actualidad los procesos políticos e ideológicos, que están cada vez más en los extremos, buscan transformar a la gente en esclavos de nuevas formas de dominación, a través de instrumentos de creación de consenso, adoctrinamiento y de publicidad, ya sean de forma efímera u obsesiva, lo que claramente implica que estamos frente un embrutecimiento preocupante, pues no tenemos a la mano de forma expedita las herramientas de comprobación y somos, en consecuencia, presa fácil de los dichos, los odios, las expectativas, las medias verdades o las falsedades integrales que se emiten. 

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Hoy en día varios medios masivos de comunicación no han variado la estrategia de siempre y continúan apelando a las emociones que aparecen acompañadas de forma categórica de “hechos que sustentan esas emociones”, cuya verificación es imposible para la mayoría, entonces esos “hechos categóricos” son captados según los valores y creencias individuales.

Con el conflicto actual en Ucrania, los medios “occidentales” más poderosos se han comportado en la justa medida de lo que critican de sus homólogos rusos. Con las guerras anteriores tendríamos que haber aprendido que la primera víctima es siempre la verdad; y, sin embargo, hoy en día, es perceptible la manipulación que estos medios occidentales están haciendo y cómo responden a intereses creados. No sólo es el tema de si hay o no montajes, el problema es que pocas veces se dice una verdad, todo se presenta de manera escandalosa, y las noticias se publican trufadas y rebosantes de datos falsos. En esta guerra que el mundo sigue atónito a través de las redes sociales, la mitad de la verdad es la mayor y la más peligrosa de las mentiras.

¿Cómo conocer la verdad o lo más próximo a ésta?

La responsabilidad no es únicamente de los medios masivos o de los aparatos estatales y cierta “casta intelectual”, pues es evidente que, en un mundo tan desigual y jerarquizado en lo económico y consumista, la manipulación encuentre tierra fértil: Las personas sólo quieren ver confirmadas sus creencias o se ven empujadas a ello.

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Nos urgen mecanismos de verificación de la información y de la realidad para poder entonces encararla mejor y ser capaces de cambiar las cosas. Debemos activarnos y enriquecernos informativa y culturalmente. En suma, confiar menos en lo que nos ponen frente a las narices los “representantes de la verdad”, y buscarla por nosotros mismos, pues la manipulación impulsa la desigualdad, y la desigualdad hace que la rabia social explote, y allí es donde la posverdad se instala.

Conocer la verdad es hoy un experimento de física cuántica como en el del Gato de Schrödinger: la verdad existe y no existe, es cosa de asomarse.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

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