En la memoria colectiva de la humanidad han quedado como un referente de la perversidad y el mal, las imágenes brutales de los campos de extermino cuyas escenas dantescas conmovieron al mundo. Auschwitz y Treblinka recogieron fotografías y películas que quedaron gravadas en muchas generaciones.
El acumulamiento de ropa, zapatos anteojos, dentaduras evidentemente fueron recordadas en las imágenes recientes del Rancho Izaguirre de Teuchitlán. Obviamente se despertó la ira colectiva y particularmente en aquellas personas de origen judío, como el caso de la Presidenta Sheinbaum que justificadamente ha manifestado su enojo, su rabia frente a estos hechos.
Es claro que no se trató de campos de exterminio, si no como lo explicó el secretario García Harfuch, en lugares de adiestramiento a criminales. No fueron campos de exterminio, fueron campos de entrenamiento de exterminadores. Mas allá de la semántica, este acontecimiento abrió la puerta para enfrentar un tema grave como es la desaparición de personas. La Presidenta atacó el fondo y lo consideró como de prioridad nacional.
Si como se han encontrado los laboratorios de fentanilo y otra droga se empiezan a encontrar y destruir estos campos, será un acierto para el gobierno actual y un éxito para el Estado Mexicano. Mas allá de las investigaciones de la Fiscalía General de la República, urge una acción de combate objetivo y claro a este criminal fenómeno.
El talón de Aquiles del Estado Mexicano que hoy enfrenta está vinculado no a los acontecimientos aludidos, sino a las difíciles y tormentosas relaciones que mantenemos con EU. El T-MEC y la política llamada de nearshoring han sufrido un cambio radical que violenta las normas que lo rigen y que abre un nuevo capítulo de reconfiguración de la política de mercados abiertos, que propicio la globalización. México, durante muchos años, adoptó una política proteccionista que no fue aprovechada para la realización de una auténtica política industrial, pues la iniciativa privada mexicana no la realizó.
Mas tarde con la apertura que propicio el Tratado de Libre Comercio nos uncimos alegremente al carro del libre mercado y se pensó ingenuamente que el progreso de la región de Norteamérica iba a tener resultados similares a lo que si sucedió en la Unión Europea; no fue así una vez más las ventajas que se dieron en estos 30 años las aprovecharon las grandes empresas trasnacionales.
Las automotrices mexicanas no existen, sólo participamos como parte de la cadena productiva como ensambladores y maquiladores. Esto a ha producido positivamente más de un millón quinientos mil empleos directos e ingresos importantes para la clase trabajadora y para el fisco que ha aumentado su capacidad recaudatoria.
La realidad es que las grandes utilidades de estos negocios siguieron aumentando los grandes capitales extranjeros, y estos no tuvieron la capacidad de promover una mejor política distributiva hacia el futuro. El éxito de China es que los miles de millones de dólares que ha recibido al aperturar su mercado le propicio un extraordinario desarrollo tecnológico y una reinversión hacia nuevos mercados, que hoy la posiciona como el país de mayor crecimiento económico.
Este es el verdadero talón de Aquiles que tenemos que enfrentar con acciones como el Plan México; que solo serán posibles si el empresariado mexicano actúa con verdadero convencimiento de que México requiere un mayor desarrollo económico. En próximos días veremos cual será este futuro comercial y político del país.
POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM
PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)
VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA
EEZ