COLUMNA INVITADA

Libertad y liberación son tareas que nunca acaban

Tras la Segunda Guerra Mundial, creímos haber superado los horrores del fascismo, pero hoy resurge

OPINIÓN

·
Diego Latorre López / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Franco Forfini fue el primero en apuntar los rasgos del fascismo: obsesión por la pureza nacional; culto a la personalidad; y purgas.

¿Le suena?

Roger Griffin dice: “el fascismo hoy en día es un género y una ideología política cuyo núcleo mitológico se basa, en sus diversas variaciones, en un renacido populismo ultranacionalista”. Si aguzamos el oído, el mundo político actual evoca aspectos esenciales del fascismo; y aunque éste nos enseñó su esencia: rechazo al sistema democrático, desarrollo del orden a través del uso de la fuerza y la oposición a todo sistema considerado injusto y opresivo, ideología autoritaria, estamos cruzados de brazos.

Umberto Eco, dijo: “es nuestro deber desenmascararlo y apuntarle con el índice a cada una de sus formas nuevas, todos los días, en todos los rincones del mundo”.

Lo es. No ya de los políticos, ni de los medios, ni de los filósofos: es de todos, y para esto don Umberto nos dejó algunas pistas: culto a la tradición, por ejemplo, prohibir el matrimonio gay; rechazo a la modernidad, el fascista es reaccionario; rechazo al pensamiento crítico, el desacuerdo es traición; oposición a los "intrusos"; explotación de la frustración social, y abrazar a todos aquellos faltos de identidad social, ofreciendo el nacionalismo como refugio.

Con la convulsión actual del capitalismo son claros los comportamientos fascistas, y a medida que ésta se profundiza, los analistas coinciden en que el discurso apela a recomponer estructuras de poder apuntando a la polarización, al futuro incierto, a la sostenibilidad y la sobreacumulación. Pero ¿por qué la mayoría que vota elige a líderes nacionalistas o racistas?

La crisis y su manipulación operan sobre las masas: es el mismo sistema cambiando de lenguaje y de propuestas. Por ejemplo, el presidente Jair Bolsonaro ha dicho varias veces que la dictadura militar (1964-1985) fue un buen momento para Brasil. Abiertamente homófobo, muchos se preguntan ¿cómo las masas pudieron elegirlo?, la respuesta está en la crisis del propio sistema que ahora, paradójicamente, se agrava por la elección de estas figuras de poder.

Las denuncias apuntan al mismo lugar: la xenofobia, rechazo a los refugiados, racismo. Hoy los fascistas se ocultan bajo posturas populistas y nacionalistas, y si bien, no estamos exactamente ante el fascismo del siglo pasado, esta versión está mejor disfrazada, aun cuando las víctimas son las mismas: Un informe de la Organización Internacional para las Migraciones titulado Viajes Fatales, revela que cuatro mil 600 niños murieron o desaparecieron entre 2014 y 2020 intentando llegar solos o junto a sus familias a un lugar que les ofreciera una vida mejor. ¿No es ésta una espiral de desprecio? ¿No es esto una muestra del fascismo contemporáneo?

Tras la Segunda Guerra Mundial, creímos haber superado los horrores del fascismo, enterrándolo, pero hoy resurge entre cadáveres, como si hubiéramos olvidado sus efectos terribles.

Decía Buenaventura Durruti: “al fascismo no se le dialoga, se le aniquila”; por esto, sin apelar a la violencia, nos corresponde a gritos, con los brazos abiertos y con el mejor de los entusiasmos, hacer que los nacientes fascismos sean derrotados en las urnas.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

CAR