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Rusia-Ucrania: choque de nacionalismos

Los ataques no son otra cosa que una expresión de su propio nacionalismo, de una filosofía que antepone el país gobernado por Vladimir Putin

Rusia-Ucrania: choque de nacionalismos
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Igual que durante la primera Guerra Fría, los países del mundo enfrentan opciones que lejos de ser claras y perfectas, más bien tan poco claras y tan poco deseables, que resultan cuestionables.

La invasión de Ucrania —sí, es una invasión con motivos geopolíticos y sin más ideología que el derecho de la fuerza— pone a un nacionalismo contra otro.

El presidente ruso, Vladimir Putin, tiene razón cuando denuncia que hay grupos ultranacionalistas ucranianos, incluso neonazis en Ucrania. De hecho, la mayoría parece concentrada cerca de la región de Donbás, donde se encuentran las “repúblicas populares” de Donetsk y Luhansk, proclamadas por la minoría étnica rusa para separarse de Ucrania y, como Crimea, adherirse a la Federación Rusa.

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Igualmente, está en lo correcto al reclamar el incumplimiento ucraniano de garantías para las minorías de origen ruso.

Pero sus críticos tienen razón cuando denuncian que la medida es una jugada de poder. Y que los ataques al nacionalismo ucraniano no son otra cosa que una expresión de su propio nacionalismo, de una filosofía que antepone Rusia a todo.

Rusia “ha decidido resolver el problema unilateralmente”; dijo Dmitry Suslov, director del Centro de Estudios Europeos e Internacionales de la Escuela Superior de Economía de Moscú, que, de acuerdo con el diario italiano Corriere della Sera, es uno de los pensadores de política exterior más cercanos al Kremlin.

En declaraciones al periódico, Suslov ofreció una explicación coherente de las razones del gobierno ruso para intervenir en Ucrania.

“El objetivo es el cambio de régimen en Kiev, ni más ni menos. Putin lo ha dejado claro: los objetivos son la desmilitarización y la desnazificación. El Ejército ruso quiere hacerse con el control de todo el territorio o de la mayor parte. Moscú se niega a hablar con el gobierno ucraniano, y eso implica que la operación militar continuará y que el resultado que esperamos es el surgimiento de un nuevo país. Estamos viviendo las últimas horas de Ucrania tal como la hemos conocido en 30 años. En su lugar, nacerá un país que Moscú considerará amistoso y leal, desprovisto de ideología nacionalista y en relaciones completamente diferentes con Occidente”.

Pero más allá de dar una explicación y coherencia a la decisión de intervenir, resulta, a decir verdad, una horrenda formulación de política.

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“La paciencia rusa se acabó. Putin concluyó que Occidente, por ceguera o por elección, ha ignorado sistemáticamente sus preocupaciones y demandas, de las que se ha hablado durante años, particularmente en los últimos meses. Ante la absoluta falta de avances en la implementación de los acuerdos de Minsk, de la negativa estadounidense a las garantías de seguridad solicitadas por el Kremlin, del peligro militar que representan las actuales relaciones entre Estados Unidos y Ucrania, Rusia ha decidido resolver el problema unilateralmente”.

En otras palabras, la razón de la fuerza.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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