COLUMNA INVITADA

Vacunarse

Las controversias sobre las vacunas no son recientes, pero más que una seria discusión sobre los datos de riesgo nos muestra las problemáticas políticas y sociales locales

OPINIÓN

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Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

A partir del lunes pasado en Massachusetts aquellos mayores de 55 podíamos ya pedir cita para vacunarnos. Lo intenté desde las ocho. Mi hija también y me consiguió una cita para el viernes (el lector de El Heraldo lee esto el día de mi primer intento de cita). El martes mi esposa, casi antes de dormir me dijo: "te he conseguido una cita para mañana", lo que me obligaba a cancelar la primera, claro. Llegó el correo de confirmación y anoté la dirección, la metí a Waze y calculé que tendría que salir una hora antes para llegar a tiempo.

El miércoles, sin contratiempo tomé la carretera, acompañado de mi hijo y llegamos al fin al centro de vacunación. La enfermera me pregunta después de tenderle mi licencia y mi prueba de estar asegurado por algún correo de confirmación. Se lo muestro desde mi teléfono y ella, con displicencia me lo regresa mofándose: "su cita es el jueves ". Creo que leyó mal, lo reviso. Al contrario, fui yo quien en la emoción nunca revisé la fecha, solo las coordenadas de traslado. La esperanza de ser vacunado me cegó temporalmente.

El jueves temprano repetimos la hazaña. El lugar es ordenado. Pre registrarse y luego un soldado de la guardia nacional revisa un formulario que has llenado. Te conducen donde otro militar hace de enfermero y comprueba que eres tú. Primera dosis de Pfizer. Te dan de inmediato la cita para la segunda dosis. Luego te sientan a esperar quince minutos a que no haya reacción.

Sales en menos de treinta minutos cambiado. Algo en ti no puede con la emoción de pensar que hay una luz al final de todo esto, que la vacuna te permitirá algún día próximo abrazar a tu madre, visitar a tus seres más queridos. No pides más.  Ningún viaje frívolo por ahora. Nada de reuniones insulsas en las que perdías el tiempo. Es la esperanza de tener lo esencial, no de desperdiciar.

Sabes que falta mucho para la "inmunidad del rebaño ", has escrito aquí mismo que no crees que haya nueva normalidad, al contrario, entiendes que no volveremos a ser los mismos.

Pero lo importante es que se ha vuelto a despertar eso de humano que te quedaba, eso que la hibernación y el encierro no te han podido arrebatar. Entiendes que tú fortuna es un privilegio, que muchos han muerto por el "bicho". ¿Qué es eso entonces que ha renacido en ti al ser vacunado? Lloraste, contenido. Querías abrazar a Jesús, el soldado que te inyectó, y en ese abrazo también al inventor de la vacuna y a quienes la produjeron y a quienes la transportaron hasta aquí. Has dicho gracias un montón de veces y si no tuvieras cubre bocas verían tu sonrisa enorme, incrédula a la vez que dispuesta. Es como si con esa pequeña vacuna hubieses vuelto a nacer. Eso:  o somos Robinson Crusoe -ni siquiera él hubiese sobrevivido sin Viernes, esa invención tan colonial. Nos necesitamos, queremos volver a ver a nuestros amigos, comer juntos, alzar una copa, decir salud. Queremos volver a sentirnos humanos.

En su libro Sobre la inmunidad, EulaBiss -una madre que decidió vacunar a su hijo hace años y discutir el tema en un ensayo largo hoy más actual que nunca- dice que vacunar o no vacunar es un falso dilema. Un dualismo problemático del sistema binario occidental que ha desmantelado DonnaHaraway. Un pensamiento que confronta la ciencia contra la naturaleza, lo público contra lo privado, la verdad contra la imaginación, el yo contra el otro, la razón contra la emoción, el hombre contra la mujer. Las controversias sobre las vacunas no son recientes, pero más que una seria discusión sobre los datos de riesgo nos muestra las problemáticas políticas y sociales locales. El miedo a la enfermedad y el deseo de protegerse son tan antiguos como la humanidad. Llevamos doscientos años inoculando. En mi caso siento como si Tetis me hubiese tomado del talón y me hubiese sumergido en las aguas de la Estigia. Como dice Biss, la inmunidad es un espacio compartido, un jardín que cuidamos y nutrimos entre todos.

¡Cómo no decir gracias! ¡Cómo no sentir esperanza!

POR PEDRO ÁNGEL PALOU
COLABORADOR
@PEDROPALOU

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