LA ENCERRONA

Rescatar la democracia

“Los presidentes mexicanos son dictadores constitucionales, no caudillos” Octavio Paz

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El viernes pasado se publicó en este espacio una columna que titulé “El camino hacia el autoritarismo”, misma que refería a la prórroga inconstitucional del periodo en la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación del ministro Arturo Zaldívar, la cual se consumó desde la Cámara de Diputados, tras comenzar los debates y discusiones a las 23 horas del jueves y que, después de cinco horas y media, en la madrugada de ese mismo viernes se confirmara lo que todo el país ya sabíamos: si al presidente le estorba la Constitución Política, se la pasará “por el arco del triunfo”, como se dice coloquialmente.

Una vez más los designios del inquilino de Palacio Nacional rebasaron la esencia y objeto del Poder Legislativo, pues las y los diputados de Morena y aliados, decidieron pisotear lo estipulado en la Carta Magna al aprobar —en un albazo— el 13 transitorio para que el presidente de la Corte mantenga su cargo hasta el 30 de noviembre de 2024 y lleve a cabo la Reforma Judicial que  tanto le interesa al presidente. La votación del bloque morenista se dio al unísono, con 212 votos a favor y sumado los diputados aliados alcanzaron los 262 sufragios a favor; 182 en contra y 7 abstenciones, en lo particular.

Habrá que ser muy claros y decir que esos 182 valientes diputadas y diputadas de distintas fuerzas políticas como PAN, PRI, PRD, PES y Muñoz Ledo (entre otros… pocos), dieron la cara para defender la Constitución, la separación de Poderes, pero sobre todo, la democracia mexicana, pues en realidad es lo que está en juego gracias a los caprichos del titular del Ejecutivo. El respeto al Legislativo y al Judicial parece no importarle en lo absoluto a López Obrador, queda claro que tampoco a Ignacio Mier y, ahora sabemos que, mucho menos a Arturo Zaldívar, quien ese mismo día publicó, vía redes sociales, un posicionamiento donde no se leía ningún tipo de acongojamiento ni tristeza por romper la legalidad constitucional que protestó defender.

Así, México está viviendo horas oscuras y amargas en lo que a democracia se refiere. Debilitar instituciones, vilipendiar la criticidad de la prensa, manotear a la oposición, amagar a empresas, asediar a organismos autónomos, diluir la separación de los Poderes de la Unión, amenazar constantemente al “enemigo” y violar flagrantemente la Constitución, no es otra cosa que ir matando poco a poco la construcción de la democracia mexicana. Tal y como dicen los autores del libro Cómo mueren las democracias, Steve Levitsky y Daniel Ziblatt: “La mayoría de los quiebres democráticos no los provocan soldados ni generales, sino los propios gobiernos electos”.

El problema es que estas vejaciones a la legalidad no terminarán con la llamada Ley Zaldívar, sino que habrá más y más en los años venideros mientras López Obrador, Morena y aliados sigan controlando la Cámara de Diputados y el Poder Judicial. No debemos permitirlo. Hoy más que nunca tenemos que mirarnos en el espejo sudamericano donde estas mismas situaciones ya tuvieron lugar y dejaron a estas naciones sin seguridad, sin economía, sin salud y, lastimosamente, sin democracia. Nuestra Constitución no lo merece, nuestras instituciones no lo merecen, nuestra ciudadanía no lo merece y, mucho menos, nuestro país.

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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