CLARABOYA

La diplomacia del COVID-19

A más de un año de que surgieran los primeros contagios por COVID-19 en el mundo, aún no se sabe realmente cuando los esfuerzos que la humanidad ha hecho por contrarrestar sus dolorosas consecuencias surtirán el efecto que todos esperamos

OPINIÓN

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Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

A más de un año de que surgieran los primeros contagios por COVID-19 en el mundo, aún no se sabe realmente cuando los esfuerzos que la humanidad ha hecho por contrarrestar sus dolorosas consecuencias surtirán el efecto que todos esperamos. Conforme pasa el tiempo y las cifras de contagios y decesos incrementan, nos damos cuenta sobre la necesidad compartida de volcarnos hacia una verdadera cooperación internacional para vencer a esta inclemencia.

El problema inicia desde la perspectiva limitada o incluso errónea que tiene cada país sobre esta enfermedad, así como de la crisis multisectorial que conlleva indistintamente del aspecto sanitario, el cual aún estamos lejos de superar. En ese sentido, se identifica como un punto central el surgimiento de las primeras vacunas y el inicio de los mecanismos de inmunización de escala planetaria.

Ya hemos comenzado a notar los pesos y contrapesos entre los distintos países y la presión que los desarrollados ejercen para hacerse de las primeras dosis. Sin embargo, es importante destacar que si bien un país puede contar con los recursos y la infraestructura para vacunar a su población, se trata de un esfuerzo incompleto sin en el resto del mundo se sigue propagando el virus. Inevitablemente se agravará el rompimiento de las cadenas de producción con lo que se afectará tanto a los entes productores, transformadores y consumidores hasta que los índices mundiales de inmunización sean más equitativos.

Por esta razón, se vuelve necesario el replanteamiento de sociedades más conscientes de la importancia colectiva, sin considerar los modelos clásicos establecidos como el de “Estado-Nación”, “Globalización o “Nacionalismo”. Estamos ante un fenómeno de escala global como nunca, pandemias y guerras previas no habían tenido un impacto similar al que hoy compartimos como una humanidad interconectada y con visión de futuro.

Los mecanismos e instituciones internacionales, en general, surgen en el periodo de postguerra en un escenario que hoy día es muy distinto en cuanto a las dinámicas internacionales. Hoy encontramos problemas comunes como el calentamiento global para el cual desafortunadamente aún no existen los esfuerzos cualitativos urgentes que se requieren para combatir sus consecuencias.

Vemos así como la Organización Mundial de la Salud, una de las instituciones con mayor influencia internacional ha dejado de tenerla. Actores e intereses particulares han intervenido en su autodeterminación y ocasionaron la pérdida paulatina de su credibilidad. Por ejemplo, la postura que mantiene este organismo frente a la reacción del gobierno chino ante el inicio de la pandemia, la opacidad de la información que circulaba con relación a su origen y peligrosidad, impidieron en cierta medida que el mundo se preparara para la emergencia humanitaria que hoy tenemos.

Momentos como el que vivimos exigen la instauración de una diplomacia proactiva y empática. La percepción de nación hegemónica está perdiendo validez y para muestra lo que ocurre en Estados Unidos, en donde la nueva administración tiene que atacar la profunda crisis social intestina que pone en jaque incluso su gobernabilidad. Cada vez es más claro que sin una cooperación internacional comprensiva y propositiva, los problemas que hoy consideramos como globales se irán agravando.

Ahora sólo falta la voluntad.

POR AZUL ETCHEVERRY
AETCHEVERRYARANDA@GMAIL.COM 
@AZULETCHEVERRY

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