Con el fin del año es necesario hacer un alto en el camino e intentar, pese a la dificultad que entraña, un corte de caja. Se sabe que lograr un balance razonado que reúna en un solo bloque los principales temas, tendencias o asuntos que ocupan la agenda internacional de todo un año es tarea casi imposible. Pese a ello, reparo en algunas líneas o ejes que marcaron la agenda internacional de 2021.
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La pandemia de Covid-19 es el horizonte inacabable en el cual hemos ya, tras dos años, aprendido a vivir. Este año marcó el inicio de la vacunación masiva en buena parte del hemisferio occidental. Aunque sigue estando lejos la meta de lograr la vacunación completa, los esfuerzos se han traducido en la reactivación económica, en el regreso a clases en muchos países y en la apertura de fronteras y viajes en muchos estados. También, en el enfrentamiento entre organismos como la OMS y los productores de vacunas de China y Rusia, por ejemplo.
Es en este contexto de nueva normalidad en el que se han reforzado o aflojado lazos entre naciones e instituciones internacionales, en que se dieron cambios de gobierno, cumbres y reuniones sobre temas específicos y, también, en el que se han presenciado disputas por el liderazgo en el orden internacional.
Uno de los hechos más destacados fue el inicio de la administración de Joe Biden en Estados Unidos. Tras el periodo de Trump en el gobierno, el regreso de los demócratas a la Casa Blanca supuso una renovada esperanza en reencontrar el liderazgo perdido en asuntos internacionales, así como de avanzar una agenda basada en la cooperación multilateral, el combate al cambio climático y un renovado brío por el consenso democrático-liberal.
A casi un año de distancia hemos observado avances en esta agenda, y hechos cuyos efectos a largo plazo siguen en duda, como la salida de Estados Unidos de Afganistán, el impasse en la relación con China, y la expectativa sobre cómo será el manejo de Estados Unidos frente al ascenso de distintos regímenes iliberales en el mundo.
En Europa el cambio de gobierno en Alemania supuso el fin de la llamada Era Merkel, como he anotado en estas páginas con anterioridad. Olaf Scholz, el actual canciller alemán, se encuentra como líder de una de las naciones más importantes dentro del orbe liberal, frente al convulso y cambiante mapa político europeo, donde su aliado natural, Francia, está a tan solo unos meses de sus propias elecciones.
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En las inmediaciones europeas se encuentran amenazas y riesgos latentes, como la del régimen iliberal de Bielorusia y la crisis migratoria que le enfrenta a Polonia desde hace meses. Con una Rusia atenta y dispuesta a ‘cerrar’ la llave del gas hacia el resto del continente como forma de presionar y estallar una ‘guerra fría silenciosa’.
Cosa similar pasa en algunos países de nuestro continente, donde se recrudecen las medidas autoritarias, los riesgos para los activistas y opositores y empeora, cada día, la calidad de la democracia. Es decir, donde ganan terreno los gobiernos iliberales, con una propuesta hostil a los medios y valores de la democracia. Las elecciones de este año en Nicaragua y Venezuela no son halagüeñas en ese sentido.
Acaso el brote de esperanza, de saber aprovecharse, sea la capacidad de organizar acuerdos, fijar reglas e imponer sanciones a quienes no cumplan con ellas. Hablo, por supuesto, del tema ambiental que se trató en la COP26 y que, pese a la alta publicidad de la que fue acompañado, aún queda pendiente saber qué logrará. Son estos los temas de este año que acaba, son los que fijan los cimientos de lo que apenas se anuncia.
POR CLAUDIA RUÍZ MASSIEU
SENADORA DE LA REPÚBLICA
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