DESDE AFUERA

Entre héroes y villanos

La invasión a la sede del Congreso de EU cuando estaba en sesión para certificar los resultados de la elección del 6 de noviembre sacudió al país

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Una de las grandes dudas que hoy afectan la política estadounidense es qué tan lejos llegarán, o podrán llegar, los investigadores de la dramática toma del Capitolio en Washington por una multitud de enfervorecidos partidarios del expresidente Donald Trump, el pasado 6 de enero.

La invasión del edificio sede del Congreso estadounidense cuando estaba en sesión para certificar los resultados de la elección del 6 de noviembre sacudió al país en formas que aún reverberan en el debate político. Y la duda no es en cuanto al desarrollo de la investigación, sino a la profunda división interna en un país que enfrenta cada vez más problemas.

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Los hechos son cada vez más claros y la participación del entonces mandatario es cada vez más evidente. Pero también que Trump y sus aliados están dispuestos a jugar al máximo el papel de víctimas de una "cacería de brujas".

Es sabido que Trump y algunos de sus colaboradores buscaron todas las formas posibles para tratar de impedir que el Congreso reconociera el triunfo de Joe Biden, que cuestionaron como resultado de presuntos fraudes que no han logrado comprobar.

Pero información presentada el lunes por el Comité Selecto de la Cámara de Representantes para investigar el ataque del 6 de enero puso las cosas bajo una luz distinta.

Ya no fue sólo una maniobra política y el intento de convencer a legisladores republicanos y sus líderes de votar en contra de la certificación, algo que ocurrió excepto en una docena de casos, incluso el vicepresidente Mike Pence en su calidad de presidente del Senado. Fue el intento deliberado de realizar una asonada.

Una serie de mensajes intercambiados por diferentes personas con Mark Meadows, jefe de asesores de la Casa Blanca, dio una nueva perspectiva.

Por un lado, la noche anterior al mitin del 6 de enero, el propio Meadows ofreció a los participantes que tendrían protección de la Guardia Nacional estadounidense. Al día siguiente, un mensaje de Donald Trump jr., al propio Meadows le pidió que convenciera al mandatario de dirigirse a la nación para detener y condenar una situación que ya "pasaba de la raya".

Lo mismo hicieron otros aliados, como los comentaristas de derecha Laura Ingraham y Sean Hannity.

Meadows se presenta ahora como mártir y víctima de una persecución contra Trump, al igual que correligionarios como Steve Bannon y Jeffrey Clark. Los tres se han negado a comparecer ante el comité investigador, que los declaró en desacato. En una sociedad tan litigiosa y políticamente polarizada como los Estados Unidos, esa actitud de desafío puede tener éxito y los responsables del motín del 6 de enero, terminaron como héroes para quizá más de una tercera parte de los estadounidenses.

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El propio Trump está empeñado en una campaña de retorno.

No sería la primera vez en la historia estadounidense que los responsables de atacar a su propio sistema de gobierno queden impunes, o acaben por hacerse cargo.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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