COLUMNA INVITADA

Registro de celulares

El propósito de esta medida es proteger a la sociedad de secuestros, extorsiones y demás delitos similares

OPINIÓN

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Ernesto Villanueva / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El que no conoce su pasado está condenado a repetirlo decía con razón George Santayana. Y esto viene a cuento por la ocurrencia de reinventar el Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil, una versión actualizada del extinto Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil del gobierno de Felipe Calderón, pero agravado, porque ahora se le pretende incluir los datos biométricos; es decir, aquellos elementos de identidad con los menores márgenes de error con los que se cuenta en la actualidad. Hace 11 años el avance tecnológico redujo el alcance de la estulticia política del fallecido RENAUT. El propósito de esta medida es el mismo de ayer, proteger a la sociedad de secuestros, extorsiones y demás delitos similares con el uso de los teléfonos celulares. La experiencia indica que esos propósitos fueron inversamente proporcionales a sus resultados: venta de bases de datos, colusión y corrupción hicieron que el remedio fuera peor que la enfermedad. Poco más de un año duró ese invento que el hartazgo de la sociedad no aguantó.

El problema reside en que no existía (ni existe) en el corto plazo factibilidad para que se adopte un sistema de GPS sumamente preciso, no por aproximaciones como ahora, como un localizador con tecnología satelital en virtud de que esa tecnología haría sumamente costoso el servicio celular en perjuicio paradójicamente de la mayoría de la sociedad. Ello requeriría un sistema cartográfico actualizado que no posee México. Y no me refiero al Google maps que sirve para ubicar calles, sino a los sistemas que incluyen los relieves del terreno y sean susceptibles de identificar si se trata de un terreno con un piso o de un edificio de 15 o 40 pisos, que para los propósitos de seguridad hace una diferencia entre la vida y la muerte.


Suponiendo sin conceder, que se reorientara el presupuesto de educación para semejante cambio tecnológico (que jamás se hará, por supuesto) ese esfuerzo presupuestal mayúsculo tampoco sería garantía alguna. Se deja de lado la inteligencia del crimen organizado. ¿Se imagina alguien a un delincuente llamando de su propio teléfono celular para pedir un rescate? Es absurdo. Lo que generalmente pasa es que se utilizan los propios teléfonos celulares de las víctimas o robados. De ahora en adelante se podrá saber el domicilio y a quien pertenece el teléfono del cual se está hablando, pero nada más a lo que se puede hacer hoy.
Pero si lo anterior fuera poco, se parte del supuesto de que los delincuentes son débiles mentales y que para sus quehaceres delictivos usan los teléfonos celulares convencionales. ¿Qué sucede además si el teléfono para el secuestro es europeo, norteamericano o de cualquier país distinto a México? El sentido común es el menos común de los sentidos.

POR ERNESTO VILLANUEVA
COLABORADOR
@EVILLANUEVAM.