A lo largo de la historia de México hemos encontrado a muchas activistas que, sin quererlo, dieron su vida a cambio de defender las causas justas y cuestionar la forma de proceder del gobierno. Entre los muchos nombres que podemos recordar con dolor, se encuentra el de la abogada Digna Ochoa y Plácido, quien dedicó su vida a defender los derechos humanos de poblaciones vulnerables a través del Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez” (PRODH), hasta que fue asesinada en 2001, haciendo pasar su muerte por un supuesto suicidio.
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¿Quién fue la abogada Digna Ochoa?
De acuerdo con información de El País, Digna Ochoa y Plácido vio la luz el 15 de mayo de 1964 en una localidad de Veracruz, su infancia estuvo marcada por la lucha diaria de su padre, un albañil que trabajaba incansablemente para sostener a los 15 miembros de la familia, por lo que, desde temprana edad, Digna aprendió el valor del esfuerzo y la tenacidad ante las adversidades.
A pesar de los desafíos económicos, Digna logró obtener una licenciatura en Derecho en la Universidad del Estado y se sabe que desde los primeros años de su carrera, demostró un profundo compromiso con la defensa de los derechos humanos, convirtiéndose en una voz valiente en un país marcado por la injusticia y la impunidad. Es así como en 1988, se unió a un comité nacional que abogaba por el voto democrático, desafiando abiertamente al gobierno en el poder y este fue el inicio de una persecusión política que terminó con su vida ya que ese mismo año fue secuestrada y abusada en su domicilio, crímenes que quedaron impunes.
Este traumático evento marcó un punto de inflexión en su vida y en su carrera, impulsándola a redirigir aún más sus esfuerzos hacia la defensa de los derechos humanos. De esta manera, en 1989, comenzó a trabajar en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (PRODH), una asociación civil comprometida con la protección de los derechos fundamentales en México. Durante su tiempo en PRODH, Digna enfrentó numerosos desafíos y peligros, pero nunca renunció a su lucha por la justicia y la equidad.
A lo largo de su carrera, Digna Ochoa se destacó por su valiente defensa de personas acusadas injustamente, incluido un grupo de más de 30 individuos señalados por incitar actos contra el entonces presidente Ernesto Zedillo (1994-2000), así como por su participación en la búsqueda de justicia para las víctimas de la masacre de "Aguas Blancas" en 1995.
Sin embargo, su labor la puso en la mira de poderosos intereses, ya que en muchos de los casos que defendió, se vio enfrentada a elementos corruptos dentro de la policía, el ejército y el gobierno, lo que la convirtió en un objetivo constante de amenazas y persecuciones.
¿Cómo murió la abogada Digna Ochoa?
En 1999, Digna Ochoa experimentó una escalada de amenazas y ataques vinculados a su labor como defensora de derechos humanos y un mes antes de su muerte, el Centro Prodh recibió tres sobres con amenazas, una de ellas dirigida específicamente a ella. Alarmada por esta situación, Digna solicitó medidas de protección urgentes ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y presentó denuncias ante las autoridades mexicanas, lamentablemente el culpable nunca fue encontrado y decidió pasar un tiempo en Washington.
Después de este autoexilio, Digna Ochoa regresó a Ciudad de México en marzo de 2001, pero las amenazas continuaron por medio de algunas notas anónimas que fueron encontradas después de su muerte y que ella misma guardó como prueba de los actos de intimidación que había estado sufriendo. Finalmente, el 10 de octubre del 2001, Digna Ochoa fue encontrada sin vida en su despacho.
Si bien las primeras declaraciones de las autoridades afirmaban que su muerte se trataba de un asesinato, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal difundió que esto se trataba de un suicidio, ya que en la escena del crímen fue encontrada una pistola que uno de los hermanos de Digna reconoció como suya y a esto le sumaron supuestos problemas mentales bajo los cuales termianron afirmando que todo fue planeado por ella para convertirse en mártir después de su muerte, versión que fue cuestionada por sus familiares y por la población en general.
La familia de Digna Ochoa, junto con organizaciones de derechos humanos, rechazaron la hipótesis del suicidio y lucharon incansablemente por la reapertura del caso. Tras años de presión, en 2019 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recomendó la reapertura de la investigación, que finalmente fue remitida a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En abril de 2021, las audiencias ante la Corte revelaron graves deficiencias en la investigación inicial, incluido el manejo del cadáver y la falta de consideración de las amenazas previas sufridas por Digna Ochoa. Ante la presión internacional, el Estado mexicano se comprometió a reabrir la investigación con un enfoque de género y derechos humanos.
Finalmente, en enero de 2022, la Corte Interamericana de Derechos Humanos encontró al Estado mexicano responsable por las graves fallas en la investigación del caso de Digna Ochoa, ordenando la promoción de nuevas investigaciones para esclarecer su muerte y enjuiciar a los responsables.
Digna Ochoa es la prueba de que las mujeres activistas se encuentran en un grave riesgo que, lejos de ser frenado por las autoridades en turno, suelen ser ellos mismos quienes propician el silenciamiento de voces que luchan por tener una sociedad más justa. Las amenazas se han convertido en el pan de cada día para quienes ponen su cuerpo y mente buscando visibilizar a las personas más vulnerables; es por ello que este 8M y todo el año recordamos a Digna, una víctima más del sistema.