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SALUD

Los trastornos mentales: así pueden afectar tu relación de pareja; ¿te identificas con alguno?

Los trastornos bipolar tipo I y II, el depresivo mayor, así como la ansiedad por separación, pueden afectar las dinámicas interpersonales de manera significativa

ESTILO DE VIDA

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Los trastornos mentales requieren de atención médica. Foto: PixabayCréditos: Foto: Pixabay

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales (DSM-5) define un trastorno mental como aquella alteración del estado cognitivo, la regulación de las emociones y el comportamiento de las personas, la cual puede deberse a factores como un alto grado de estrés o una discapacidad en distintos ámbitos de la vida como el social o laboral. Es decir, un trastorno implicará sí o sí el surgimiento de comportamientos anormales que generen alguna disfunción en la vida de los individuos.

Si bien en este manual se ofrecen distintos trastornos que van desde los de neurodesarrollo, disociativos y psicóticos, esta vez nos centraremos en tres de ellos, los cuales han sido ampliamente difundidos en medios por la frecuencia con la que se presentan. Estos son el trastorno bipolar I y II, la depresión y el trastorno de ansiedad por separación, así como sus posibles afectaciones en las relaciones de pareja.

Trastorno bipolar 

De acuerdo con el DSM-5 existe el trastorno bipolar I y el trastorno bipolar II. En el primero, las personas van a encontrar cambios inusuales en los estados de ánimo que se conocen como episodios maníaco-depresivos y cuya duración puede ser de al menos una semana, en algunos casos podría necesitarse hospitalización; además, las personas podrían experimentar cambios inusuales en sus estados de ánimo, así como en sus niveles de energía e incluso en sus capacidades para realizar diversas actividades cotidianas. 

Asimismo, podrían tener menos sueño de lo normal, sentimientos de superioridad, sentirán mucha energía para realizar algún proyecto o actividad, podrían hablar rápido o de manera exaltada; sin embargo, también podrían sufrir periodos de depresión, eventualmente, en los que habrá un decaimiento en el estado de ánimo, tendrán problemas de concentración e incluso para dormir o comer.

Esto significa que aquellos individuos con el TB1 podrían tener complicaciones para desarrollarse como normalmente lo hacían en la escuela, el trabajo, la familia o la pareja. Tomar decisiones no será tampoco una tarea fácil, por lo que será necesaria la atención de un profesional de la salud.

En el caso del trastorno bipolar II, hay episodios hipomaníacos y depresivos, así como cambios radicales en el estado de ánimo. Algunas de las situaciones que podrían detonarlo son el uso de ciertos fármacos, problemas de sueño o el consumo de drogas. Con frecuencia las personas con TB2 tendrán problemas para concentrarse, tomar decisiones, dormir, en su ingesta de alimentos e incluso en su vida sexual. Pueden pasar de momentos de suma alegría, efusividad o irritabilidad a estados depresivos, en los que sentirán cansancio, desgano o mucho sueño. También podría sentir culpa por su inestabilidad y forma de relacionarse con los demás, en casos graves, podrían presentar ideas suicidas. En ambos casos es indispensable la atención médica.

Los trastornos afectivos como el bipolar tipo I o II implican cambios en las dinámicas relacionales de quienes los sufren, variando desde lo leve a lo severo en su funcionamiento, ya que hay una disminución del deseo de intimidad sexual, una distorsión en la percepción de cómo la pareja lo valora, pudiéndose reactivar además una mayor necesidad de proximidad o atención o su contrario, optando por la distancia si el trastorno se acompaña de una alta carga de ansiedad.

El impacto en la vida laboral por la enfermedad puede repercutir en la relación si se llega a una situación de desempleo, pues podría provocar tensiones externas a la díada.

Trastorno de depresión mayor

De acuerdo con el artículo Depresión en el entorno de atención primaria, este trastorno se ha convertido en uno de los problemas más frecuentes de salud pública. De hecho, señala que en 2015, se estimó que era la tercera causa más importante de discapacidad en todo el mundo. Por otro lado, el DSM-5 indica que se presenta con mayor frecuencia en mujeres.

Puede originarse por diversas situaciones, por ejemplo la muerte de un ser querido, una ruptura amorosa, un fracaso profesional, por un alto grado de estrés, una enfermedad terminal o grave, pero también por situaciones traumáticas de la infancia e incluso antecedentes de casos similares en la familia.

Algunos de los principales síntomas que presentan las personas con este trastorno son que  se sienten deprimidos la mayor parte del día durante más de dos semanas, desesperanzados, sin energía, pierden el interés por las cosas que antes les entusiasmaban, se les dificulta sentir placer, puede haber una perdida de peso o un aumento considerable, hay afectaciones cognitivas, como perdida de la memoria, falta de concentración, enlentecimiento, así como un sentimiento de culpa excesivo e ideación suicida, en los casos más graves.

Aquellas personas que tienen este trastorno o el trastorno bipolar tipo I o II pueden tener problemas en sus relaciones interpersonales, ya que al perder el interés en todo, podrían omitir las necesidades afectivas o sexuales de su pareja. Su aislamiento y falta de atenciones podría provocar que su compañero o compañera sentimental se sienta menospreciada y, por ende, también dañar sus dinámicas. En casos graves, la desatención podría causar una ruptura o divorcio, según sea el caso.

Trastorno de ansiedad por separación

La ansiedad por separación, según el DSM-5, se puede mostrar en diferentes mostrar en diversas condiciones, entre las más significativas están: el malestar excesivo cuando se vive una separación con aquellas personas a las que se tiene un gran apego como los padres o la pareja. La preocupación constante perder a los seres queridos más cercanos o a que sufran algún daño, el temor a que alguna situación externa los obligue a separarse de ellos, el rechazo a salir de casa por miedo a la separación o a estar solos, incluso pueden tener sueños de angustia en los que se refleja el miedo a estar lejos de las figuras de gran apego.

Entre los principales síntomas están el dolor de cabeza, de estómago, náuseas o vómitos; pueden durar al menos cuatro semanas en niños o adolescentes; sin embargo, en los adultos pueden durar hasta seis meses. También hay problemas para desenvolverse de manera normal en el ámbito social, académico, laboral o familiar.

Quienes padecen este trastorno podrían tener complicaciones en sus dinámicas de pareja, ya que el miedo excesivo a la separación de sus figuras de apego, así sea de manera temporal, podría entorpecer o afectar las actividades cotidianas de su compañero o compañera. Estos podrían verse imposibilitados a realizar actividades sin ellos y de manera independiente 

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