A Héctor Bonilla “siempre le dieron pudor los homenajes”, recordó ayer su viuda Sofía Álvarez; “esto es más para nosotros que para él, pero ni modo, ahora se amuela”, agregó. Después de comer en El Danubio, como al actor le gustaba, sus hijos: Fernando, Sergio y Leonor, sus nietos y sus familiares más cercanos acudieron ayer al Palacio de Bellas Artes para dar el último adiós a quien, por más de medio siglo, trabajó en el cine, el teatro, la radio y la televisión mexicana.
Pero más allá de sus conocidas actuaciones, Bonilla fue recordado como ser humano: “Mi padre se podría definir por encima de todas las cosas, como un tipo que disfrutó de la vida como el que más, un hombre que procuraba muchísimo su placer y su goce aunque siempre fue muy cuidadoso de atender las responsabilidades y los deberes que se derivaban de la búsqueda de su placer”, dijo Fernando.
Por separado, él y Sergio, pero también Sofía, ofrecieron unas breves palabras sobre el actor y después, en conjunto, compartieron con las decenas de personas reunidas en el vestíbulo de Bellas Artes, algunos datos sobre él: que nació en la Ciudad de México, en la calle de Niágara, y no en Puebla.
Héctor Bonilla, falleció el viernes pasado a los 83 años de edad, a consecuencia de un cáncer que le diagnosticaron hace cuatro años. El sábado fue incinerado. Sus restos llegaron en una sencilla urna, a la que se brindó más de un minuto de aplausos. Al recinto de mármol llegaron, entre otros, actores como Damián Alcazar, Sergio Corona, Evangelina Martínez y Alejandro Bichir y su hijo Demián, quien recordó el espíritu revolucionario de quien fuera su “maestro y mentor”.
Héctor, dijo la secretaria de Cultura Alejandra Frausto, “queda en sus películas, en su trabajo en televisión, en el teatro y en la memoria de todos los que le seguiremos aplaudiendo”.
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