Historias de la CDMX

¿Por qué se llama así la Calzada de La Viga?

Lo que durante siglos fue uno de los canales más importantes de la Ciudad de México, debe su nombre a una peculiar costumbre del Virreinato

¿Por qué se llama así la Calzada de La Viga?
El antiguo Canal de la Viga fue una de las arterias más importantes de la ciudad. Foto: Biblioteca del Congreso

Desde la época precolombina a la actualidad, la Ciudad de México ha cambiado mucho. No solo en su extensión o en la evolución tecnológica que obviamente suceden en la mayoría de las grandes urbes: también ha mutado en el significado de algunas de sus zonas emblemáticas.

Para muestra un botón: la actual Calzada de la Viga, que pasa frente al tradicional Mercado de Jamaica y la cual es una de las vías más importantes que unen al centro y sur de la ciudad, siempre ha tenido un gran tráfico, aunque hasta por allí de la década de los 20 del siglo pasado, no eran autos lo que pasaba por allí, sino canoas.

Todavía en cintas mexicanas como la clásica Santa, de principios del siglo pasado, se puede ver cómo las canoas llenas de verduras y flores, provenientes de Xochimilco, se detenían en las aguas de este canal, que comunicaba la zona chinampera con la Merced y el centro de la capital.

Aunque no lo creas, incluso por este canal pasaron barcos de vapor, los cuales consolidaron su calidad de paseo para las clases medias de la ciudad. Si quieres saber por qué se llama así, sigue leyendo.

México en una laguna

Una de las características de Tenochtitlán era su localización en un islote, rodeado por agua. Su comunicación con otras zonas de los alrededores se realizaba por canales y calzadas, en un complejo sistema hidráulico que maravilló a los europeos.

Tras la caída de la capital del Imperio Mexica, algunas de sus costumbres fueron aprovechadas por los conquistadores para facilitarse la vida en un entorno que no conocían profundamente, y una de ellas fue la del transporte de mercancías por los canales.

Durante varios siglos, el canal fue vital para el abasto de la Ciudad. Foto: Biblioteca del Congreso

Allí es donde cobra relevancia el antiguo Canal de la Viga. En un principio, esta vía de aguas conectaba los islotes de Mixhuca y Tultenco con el barrio de la Merced y, más adelante, con la Acequia Real, la cual conectaba al poniente de la ciudad.

La paulatina desecación de los lagos que rodeaban a la urbe novohispana permitió que la vía se extendiera hasta conectar con las entonces lejanísimas poblaciones de Chalco y Xochimilco, donde se producía la gran mayoría de los alimentos que se consumían en la capital.

Frontera y aduana

Ya hacia el siglo 17, el Canal de La Viga era una de las vías de comercio más importantes del país. Desde las lejanas zonas del sur de la ciudad se traían las viandas que eran descargadas en el Mercado de Jamaica, desde donde se seleccionaban y llevaban al centro de abasto de La Merced.

Justo esta actividad es a la que debe el canal su nombre: para poder cobrar el peaje y los impuestos a los comerciantes, las autoridades virreinales atravesaban una pesada viga que pausaba la circulación hasta que el pago era satisfecho.

Garita de La Viga, en 1890. Foto: X / Cuauhtémoc 1521

Las aguas de este canal reposaban junto a la garita más importante de la Ciudad: la de la Viga, en las afueras de la urbe de entonces, y el embarcadero de Roldán, la cual se encontraba ya en las inmediaciones del Barrio de la Merced.

Cada día, cientos de embarcaciones de todos los tamaños circulaban con mercaderías que iban desde flores y plantas, hasta ganado y todo tipo de insumos provenientes de los rincones más remotos del Virreinato.

Sanidad y clausura

Sin embargo, el crecimiento de la población en la Ciudad de México y el uso del agua de los lagos en labores agrícolas, hizo que numerosos canales perdieran su caudal, provocando que sus lechos quedaran estancados e insalubres.

El canal pasaba por el pueblo de Iztacalco. Foto: Biblioteca del Congreso

Por esta razón, numerosos canales se desecaron durante el siglo 19, arrojándoles tierra encima y creando calzadas, por las que entonces ya no pasaban canoas, sino carruajes o animales de tiro e incluso tranvías. 

Un paseo único

La suerte del Canal de la Viga fue diferente. Desde hacía siglos, la gente había elegido la ribera del canal para realizar paseos dominicales, por lo que pronto hubo quien supo capitalizar los paseos.

Hacia el año 1850, era posible abordar un barco de vapor que, de acuerdo con publicaciones de la época, podía hacer el trayecto desde el embarcadero de Roldán hasta Chalco en 6 horas y media.

La zona tuvo fama por sus paseos dominicales. Foto: Biblioteca del Congreso

Por la zona también había hermosos puentes de piedra, y la misma garita de La Viga tenía el encanto de un sitio propio de la provincia, aunque ubicado a escasos metros del corazón de la ciudad.

Las fiestas previas a la Semana Santa en la zona de Santa Anita y los pueblos vecinos gozaban de una bien ganada fama, por lo que la región era una bien conocida área ideal para el turismo local.

Cine, muerte y asfalto

Como desde la llegada de los europeos en 1521, los canales de la Ciudad de México siguieron siendo motivo de admiración para los visitantes extranjeros, encanto al que no escaparon los enviados de los hermanos Lumiere quienes, en 1896, grabaron una de las primeras películas del país en sus orillas.

Otras muchas películas se filmaron en el canal, el cual comenzó a ser desecado hacia 1921, hasta que finalmente, en 1957, el gobierno central decidió sepultarlo por completo, dando origen a la actual Calzada de la Viga.

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