Brújula Geoestratégica

México y Canadá ante Trump: ¿subordinación o resiliencia?

Una vez llegado a la Casa Blanca, Trump activó, el 4 de marzo, los aranceles generalizados a sus dos vecinos, provocando una nueva fractura, esta vez entre Canadá y su propio gobierno.

México y Canadá ante Trump: ¿subordinación o resiliencia?
Isidro Morales / Brújula Geoestratégica / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

Aún sin haber llegado a la Presidencia de su país por segunda vez, Donald Trump amagó con imponer un arancel de 25% tanto a las importaciones canadienses y mexicanas desde el primer día de su gobierno si sus vecinos no resolvían el problema de la migración ilegal y el tráfico de fentanilo. El objetivo de dicha amenaza fue dividir a sus socios para incluso confrontarlos. Mientras que el gobierno mexicano se empeñaba en mostrar los costos que una medida de esta magnitud tendría para la economía de la región, el todavía primer ministro canadiense, Justin Trudeau, no dudó en trasladarse a Mar-a-Lago para reunirse con Trump, y subrayar las diferencias entre la frontera canadiense y la mexicana. 

Dicha reunión se realizó después de que los ministros de las provincias de Ontario y Alberta hubieran hecho públicamente sus preferencias porque el gobierno federal negocie mejor un acuerdo bilateral con los Estados Unidos en donde México no fuera incluido. El argumento dado era que China estaba usando a México para inundar el resto de América del Norte en detrimento de su competitividad.

Una vez llegado a la Casa Blanca, Trump activó, el 4 de marzo, los aranceles generalizados a sus dos vecinos, provocando una nueva fractura, esta vez entre Canadá y su propio gobierno. Aunque los aranceles fueron revocados inmediatamente, Trudeau activó aranceles de retorsión a una porción de importaciones estadounidenses, cuyo monto se podrá elevar en la medida que Trump insista en extender la guerra comercial, originalmente pensada contra China, hacia sus principales socios comerciales. En esta ocasión, el premier de Ontario no abogó por un nuevo acuerdo en donde se excluye a México, sino que amagó con imponer un sobreprecio a la exportación de electricidad generada en su provincia y exportada hacia Estados Unidos. En México, por el contrario, Claudia Sheinbaum convocó a sus bases electorales a concentrarse en el Zócalo capitalino para celebrar y defender lo que ella ha considerado una victoria frente a Trump.

La fiesta mexicana duró poco, pues, el 12 de marzo, Trump impuso aranceles de 25% sobre las importaciones de acero y aluminio, de los que sus dos vecinos son proveedores y hasta importadores. Para entonces, Mélanie Joly, la Ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, se había apresurado en articular una coalición de los principales países afectados por los aranceles de Trump, entre los que se encuentra México, con objeto de catalizar una respuesta colectiva. En efecto, la Unión Europea ya anunció medidas de represalia a aplicarse desde el 1 de abril, mientras que Trump confirmó que un día después, entrará en vigor la homologación de aranceles con aquellos países cuyos gravámenes a la importación sean superiores a los de Estados Unidos. México, por su parte, anunciará su respuesta hasta el 2 de abril.

Trump ha argumentado varias razones para la imposición de los aranceles, que van desde la seguridad nacional hasta la reducción de los déficits comerciales, pero, en realidad, busca concesiones unilaterales, de todo tipo, dependiendo de la vulnerabilidad o resiliencia de los países afectados. Lo que está en juego entre sus dos vecinos, entre otras cosas, es redefinir los términos de la relación comercial que se había pactado desde la puesta en marcha del TLCAN, y que de alguna manera se continuó con el T-MEC. Dado que Trump considera que sus intereses están por encima de cualquier tratado, busca transformar a América del Norte, con o sin acuerdo comercial, en una suerte de fortaleza cerrada a la competencia china, por supuesto, pero también a otros actores externos poderosos como la Unión Europea, a la que ha denostado como ruinosa para la economía estadounidense.

No hay que olvidar que la pausa otorgada para los aranceles generalizados de 25%, se suspendió temporalmente para todos los productos que sí cumplen con las reglas de origen del T-MEC. Tan solo en el caso del sector de automóviles, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz ha reconocido que 8.2% de los vehículos y 20.4% de las autopartes exportadas a Estados Unidos no cumplen con dichas exigencias. Por tanto, dichas exportaciones han quedado sujetas al impuesto del 25%. De generalizarse definitivamente esta medida, o de aplicarse en sectores específicos, como baterías, microprocesadores, insumos para la electromovilidad, existe la posibilidad de sacar del mercado norteamericano insumos provenientes de Europa, China y otros países asiáticos.

Si bien, México es el país más vulnerable de todos los socios que aún le quedan a Estados Unidos, no debe aislarse de las conversaciones que se han entablado entre canadienses y europeos para responder al desafío de Trump. Si los aranceles se mantienen todavía en abril, deberá considerar tomar represalias comerciales similares a las tomadas por el resto de los socios. Deberá estar en comunicación con el nuevo ministro canadiense, Mark Carney, y aprovechar la fisura compartida que se ha abierto con su vecino común para defender, conjuntamente, una arquitectura comercial que no obedezca simplemente a los intereses y caprichos de Trump.

POR ISIDRO MORALES
CATEDRÁTICO BUAP
ISIDRO.MORALES@CORREO.BUAP.MX

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