A más de un mes de las elecciones se cumplió lo que muchos defensores de la oposición pedían que ocurriera: un desastre natural en México. Varias personas que tanto defendieron la democracia y el voto ahora no hacen más que celebrar, desde su inventada superioridad moral, los daños del huracán Beryl. ¿Por qué? Porque no ganó su candidata.
En lugar de observar la realidad del país y replantearse lo que significa ser una verdadera oposición con validez ante la población, deciden señalar al votante como el culpable de las desgracias del país o, al menos, convertirlo en cómplice de los problemas que vayan a surgir, que seguramente los habrá. Quieren que el resto de la sociedad mexicana sufra las fallas y los errores del gobierno e incluso los desean muy en su interior. Anhelan poder decir "te lo dije" y disfrutan vengativamente que el gobierno le falle a la gente.
Ahora, con las noticias del huracán, se están viendo en redes sociales publicaciones que apuntan al apoyo de dichas zonas a Morena, comentando "disfruten lo votado". La empatía se ha perdido; estos sujetos quieren que ocurran desastres, no les interesa el bien de los demás. Para ellos, al parecer, el apoyo y la disposición de ayudar al otro se encontraban limitados al voto. ¿De verdad esa es la oposición? ¿Aquella que señala con complejo de superioridad a la población por hacer el ejercicio democrático que tanto defendieron? ¿Que trata a las y los demás como si fueran niños sin necesidades políticas?
No obstante, hay algo interesante detrás del uso de "disfruten lo votado", y es justamente la rápida popularidad con la que se usa. La frase no es nueva en el mundo, pero sí tiene cierta novedad en México. Irónicamente, el constante uso de esta expresión muestra una idea en la población de que hay otras opciones políticas, muy criticables, claro, así como cuestionables, pero presentes. El siglo veinte mexicano lo dominó un partido político y antes fue el porfiriato.
En ambos casos, aunque con sus propias especificaciones y características, las elecciones eran una simulación de la democracia sin la presencia de una alternativa al régimen. Hoy, al menos, se puede hablar de opciones. ¿Es perfecto el sistema actual? Por supuesto que no; todavía existen mecanismos que emplean los partidos para estropear, sin importar el color, las prácticas democráticas en el país. Aun así, a varios parece no gustarles que la gente vote por otras opciones que no sean las suyas.
Es cierto que la sociedad es responsable de elegir a las y los líderes actuales. En este sentido, debe asumir cierta responsabilidad del gobierno que hay. El pueblo sabe ser crítico, no es un ente que solo está para aplaudir; la diferencia, que muchos no parecen entender, es que no necesariamente son las mismas demandas que las de quienes conforman la oposición "oficial". Tal vez entendiéndolo puedan moderar sus discursos vengativos de culpas y acusaciones, con obvios tintes clasistas.
POR IGNACIO ANAYA
COLABORADOR
@Ignaciominj
MAAZ