Portazo

Los manoseos de la cultura

Cuando la futura presidente de la República, la doctora Claudia Sheinbaum

Los manoseos de la cultura
Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Cuando la futura presidente de la República, la doctora Claudia Sheinbaum, presentó a su colega científica Rosaura Ruiz Gutiérrez como titular de la nueva secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación en su gabinete, sembró dudas sobre el futuro de la Secretaría de Cultura, cuya utilidad en manos de Alejandra Frausto ha sido para untársela
al queso.

Obviamente, Fraustita (como llamaban a Dolores Camarillo, novia de Cantinflas en Ahí está el detalle) nunca tuvo ni siquiera voz, ya no digamos voto, en las erradas ocurrencias “culturales” del señor Presidente a quien esos caminos le han sido vedados, y no pudo impedir la desviación presupuestal en favor de la obra más inútil del sexenio de las obras inútiles: la ampliación del Bosque de Chapultepec, cuya expansión no implicó árboles, sino cemento, bodegas, un museo maicero y una calzada  “flotante” firmemente anclada en el suelo  con soportes y rampas de inigualable fealdad.  

En esas condiciones, el primer nombramiento, el de Doña Rosaura, hacía suponer un giro. Pero al parecer no ha sido de esa manera: la vieja manía de separar la ciencia (la exactitud aplicada) y la cultura (la inspiración creadora) se ha impuesto como si las humanidades y las artes, no fueran un todo, producto de la inteligencia humana, tanto en la precisión infalible de las matemáticas como en el soplo de las musas.

Bien habrían podido comprender la falsedad del dilema, con la simple lectura de Arthur Koestler, quien con precisión —en pocas palabras— acaba el divorcio sobre quien ”…aún separa los estudios humanísticos de la filosofía de la naturaleza”.

Hasta ahora no conocemos los proyectos o ideas futuras de ninguna de las dos. Pero como una advertencia del porvenir, en la historia de Claudia Curiel, quisiera saber algo más allá de la falsificación de pirámides de tablaroca en el Zócalo o los conciertos tumultuarios y “arrastra votos”, lo cual resultó —por otra parte—, sumamente exitoso para la IV.T., pero no construye pensamiento; transmite propaganda.

No dudo de las credenciales e inteligencia  de ninguna de estas mujeres. Pero hay evidencias poco halagüeñas derivadas de la superposición ideológica al talento mismo.

Recuerdo cuando Fidel Castro proclamaba a diestra y siniestra la cultura en Cuba, todo un éxito revolucionario, en un país plenamente alfabetizado donde sólo se podían leer sus discursos en el Granma o los libros de la Casa de las Américas, debidamente
 seleccionados.

Pero la propaganda interpreta y justifica su propia necesidad. Es como si dijéramos con El libro Rojo de Mao, la Revolución Cultural puso a leer al pueblo chino como nunca lo hicieron los mandarines.

Y si a eso agregamos la ratificación de Taibo II (FCE), confirmamos a Alfonso Reyes. 

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

@CARDONARAFAEL

MAAZ

 

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