Malos modos

Prohibir los narco corridos

Dicho lo anterior, hay algunas consideraciones que hacer en torno a la idea de que es necesario prohibir, sin más, los “narco corridos"

Prohibir los narco corridos
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Hasta el más liberal se habrá sentido al menos tentado por la posibilidad de practicar la censura ante la imagen del líder de un grupo criminal en el concierto del Auditorio Telmex. No hay duda de que era, sin más, un homenaje al capo, y un homenaje, para colmo, cuando días antes se había revelado la pesadilla del Rancho Izaguirre, de la que se culpa consensuadamente a la organización que preside el referido personaje. Por lo tanto, no parece haber dudas con este caso. Los Alegres del Barranco, responsables de la canción y las imágenes a mayor gloria de, caen de pleno en eso que conocemos como “narco cultura”. La canción es una pieza de propaganda. No hay más.

Dicho lo anterior, hay algunas consideraciones que hacer en torno a la idea de que es necesario prohibir, sin más, los “narco corridos” o, en su caso, las “narco series”. No entremos en discusiones de orden casi filosófico, y sin solución posible, sobre si es legítimo o no que circule cualquier contenido, sin importar lo repugnante que resulte, del nazismo a la apología del delito a la mexicana.

Mejor hacerse esta pregunta: ¿qué es un narco corrido? Es famoso algún intento de censurar a los Tigres del Norte. Evidentemente, los Tigres no tienen nada que ver con lo que vimos y escuchamos en el Telmex. Lejos de ello, son de un talento brutal, y los responsables, en su larga y extraordinaria carrera, de un retrato preciso de muchas facetas de nuestras miserias y nuestras virtudes. “Contrabando y traición”, o “Camelia la texana”, como la llaman muchos, es, sí, una canción on the road de un par de criminales nefastos, pero también una canción mexicanísima de corazones rotos que responden a balazos, un retrato de la vida en la frontera, y algunas cosas más. Lo que definitivamente no es: una oda a un capo, ni una apología del delito.

¿Debemos censurarlos?  Supongo que estaremos de acuerdo en que no. En términos de la cultura mexa, sería, no exagero, como censurar a José Alfredo Jiménez. No podemos ni debemos privarnos de su genio. El problema es que entre ellos y lo del Auditorio Telmex hay unos cuantos tonos de gris. Por supuesto que lo que predomina en este género es la aberración filo narca, pero incluso entre muchas agrupaciones francamente malas hay una buena cantidad de canciones que se mueven en una zona de ambigüedad entre la crónica, válida, del horror, y la apología de sus perpetradores. ¿Quién decide dónde se mete la guillotina censora, o la cárcel según una propuesta más reciente?

Esa es probablemente la pregunta que debemos hacernos más inmediatamente. Nos gobierna, legisla y, a partir de junio, nos atenderá en los juzgados una mafia, muchas veces relacionada con la otra, la de los narco corridos. ¿Es sensato dejarles este poder censor en las manos?

Les dejo la pregunta. Felices vacaciones.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ

 

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