Las campañas terminaron como empezaron: con violencia y asesinatos.
El miércoles, último día de campañas, mataron al candidato del PAN-PRI-PRD a la alcaldía de Coyuca de Benítez, Guerrero, Alfredo Cabrera. Lo mataron cuando caminaba, en pleno mítin de cierre de campaña, frente a miles de personas, a punto de subir al templete.
Le dieron varios tiros por la espalda, pese a contar con protección federal y más de una decena de elementos de seguridad. Lo mataron porque podía ganar, y representaba una amenaza para los intereses de alguien. Lo asesinaron, porque el crimen organizado ha decidido en distintas regiones del país votar antes que los ciudadanos; tachar o palomear candidatos; definir quién sí y quién no puede ser elegido.
El sello de las campañas fue, de principio a fin, la violencia. No es casualidad. Los criminales buscan imponerse, amenazar la democracia, ‘bajar’ candidatos y amedrentar ciudadanos.
Por eso el voto se vuelve aún más relevante. Es un arma de defensa. Es la más poderosa herramienta que tiene la sociedad para cuidar la democracia. Por eso, este domingo, todos tendríamos que salir a votar. No hacerlo, es darle el triunfo al crimen, que pretende inhibir la participación y vulnerar el derecho más sagrado que tienen las democracias: votar.
Que no ganen ellos. Que nadie decida por nosotros.
Los mexicanos que queremos paz y seguridad somos más. Muchos más. Y la mejor forma de decirlo es yendo a las casillas a votar.
Por supuesto que hay miedo en no pocas regiones del país. Desde luego que las amenazas del crimen organizado (no pocas veces disfrazado de autoridad) provocan temor, pero nadie puede detener un caudal de votos cuando la sociedad decide hacerse escuchar.
El presidente López Obrador dijo en las últimas semanas que la elección ha transcurrido “en santa paz” y ha estado “muy fresa. No es verdad. Aseguró también que las del domingo serán las elecciones “más limpias y libres de la historia”. Ojalá así sea, pero los datos y la realidad dicen otra cosa.
Son más de 750 ataques contra candidatos, funcionarios y políticos (Integralia); decenas de aspirantes asesinados; más de 600 con seguridad por miedo y amenazas; más de mil que renunciaron a su candidatura.
¿Elecciones libres y en paz? No lo parece. Por eso, con más razón, hay que salir a votar. Que no se impongan las balas a los votos; que no le gane el crimen a la democracia.
Un México sacudido, con un proceso electoral violento -quizá el más sangriento de su historia- saldrá a las urnas el domingo 2 de junio. Ese marco tendría que ser suficiente para motivar a todos los ciudadanos a participar. La democracia es de todos. Que haya suerte.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
@MLOPEZSANMARTIN
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