Muy delgada y tenue línea la que divide la libertad de expresión y la apología del delito. ¿Se justifica, socialmente hablando, cantar alabanzas a asesinos y, a través de las canciones, presentarlos como héroes?
¿Cuándo es que se celebran al delito y al delincuente y cuándo es expresión artística? ¿Hay alguna razón o justificación para hacer lo primero? Se supone buscamos sociedades sanas. Pero, ¿es obligatorio hacerlo?
Yo en lo personal no puedo encontrar un solo argumento que refute el que este tipo de canciones (y no me refiero a la música per sé, sino a las letras) abone a la descomposición social. Lo que es más, debemos preocuparnos como sociedad que se continúen componiendo y cantando, así como que gusten los narcocorridos. Trastocan valores de cohesión social y coadyuvan a la confusión mental de muchas personas que han perdido la capacidad de entender el daño que hace el crimen organizado.
¿Qué ha contribuido a naturalizar al narco? Lo pregunto porque la influencia que tiene la música, que es mucha, es solo el complemento del ambiente de descomposición social nacional, que se reproduce a todo lo largo y ancho del país. Un ambiente que es retratado, pero también reproducido en las narco series que se difunden en las pantallas de la TV que llega a los hogares mexicanos. ¿Libertad de expresión también? ¿O más claramente apología del delito, negocio para gente como Epigmenio Ibarra e invitación indirecta a una vida de lujos, pero asimismo de muerte y destrucción?
Todo abona a la descomposición social. Valga un ejemplo:
Tras el concierto de los Alegres del Barranco, quienes tocaron el narcocorrido “El del palenque” en Guadalajara, la canción llegó a la cima de los éxitos del Billboard. Esto, ¿qué nos dice? Pues eso: que hay muchas personas que encuentran razones para valorar el elogio a un narcotraficante.
Y llegamos así a una muestra inequívoca de lo que discuto; lo que sucedió en un palenque en Texcoco el fin de semana pasado. La violencia se desbordó entre los asistentes quienes, al escuchar que no cantarían el mencionado tipo de música, la emprendieron de manera violenta contra el equipo instrumental de los cantantes y contra las instalaciones del recinto.
Defender los narcocorridos en nombre de la libertad de expresión evidentemente no abarcaría -ni tendría por qué hacerlo- la destrucción de propiedad ajena. Eso debiera ser obvio.
Lo que sucedió tanto en el palenque de Texcoco como con el homenaje a El Mencho en Jalisco va más allá de que los narcocorridos gusten o no, ya que eso no consiste en romper y destrozar porque su intérprete favorito no canta las canciones que más gustan.
Desprecio a la ley, aunque en este caso no por parte del cantante. Luis R. Conriquez cumplió con lo que estipuló el gobierno del Estado de México, encabezado por la morenista Delfina Gómez. Se le dijo habría sanciones para quienes hicieran apología de la violencia. Cumplió, pero fue la audiencia la que lo castigó. Turba y desprecio por la ley de parte de los espectadores.
La composición y difusión de expresiones de odio y violencia no se debían permitir bajo la bandera de la libertad de expresión.
Hoy más que nunca queda claro que debemos invertir en educación, en la construcción de la convivencia social y especialmente en cultura cívica y respeto por el Estado de derecho. ¿Qué hace el gobierno al respecto? ¿O se limita a establecer restricciones a la difusión de la producción de las mencionadas apologías?
Tres en Raya
(1) El mundo al revés: el cantante, fue el que pidió disculpas. Los que asistieron a su presentación, tan campantes.
(2) En Coachella arrestaron a un hombre porque amenazó con que había una bomba. Ese tipo de bromas no lo son. Se respeta la ley; si haces un llamado a la violencia, vas a la cárcel.
(3) Se dice que se tiene el gobierno que el pueblo se merece. Me enoja pensarlo así, mas uno debe reconocer que los gobernantes no llegaron del espacio exterior. Es triste: en el concierto se vio desprecio a la ley, a la propiedad privada, a las autoridades... Lo mismo vemos que hacen, en no pocas ocasiones, los altos mandos de la 4t en su actuar.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
COLABORADORA
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