Apuntes De Guerra

La política y el escribidor

Vargas Llosa combinó la literatura y la actividad intelectual con la política, desde la teoría y luego en la praxis; fue candidato a la presidencia de Perú

La política y el escribidor
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Ha muerto Mario Vargas Llosa, último sobreviviente de lo que se conoció como el Boom latinoamericano, una generación de escritores brillantes que alcanzaron la fama y la notoriedad en vida, y que llevaron sus letras, su imaginación, su magia, a recorrer el mundo, páginas rebosantes listas para ser descubiertas.

Pensar en el Boom es pensar en Cortázar, en Fuentes, en García Márquez, pero no solo en ellos: toda una generación de grandes escritores formó parte de esa ola maravillosa que transportó a América Latina a Europa primero, la gran capital cultural y editorial, y a EEUU después, el gran mercado que podía dar una proyección adicional a los grandes artistas, a las grandes figuras de las letras. Y de ahí, por supuesto, a todo el globo, hasta sus más escondidos rincones.

No fue ese un movimiento político o ideológico, pero varios de sus grandes exponentes fueron, también, activistas de ideas o causas con los que aún hoy se les identifica, muchas veces para bien, pero algunas otras para mal.

Uno de los más visibles en ese sentido fue Vargas Llosa, un liberal en el sentido tradicional de la expresión, que se opuso frontalmente a las dictaduras de uno u otro signo, y que tan acertadamente describió en su momento al sistema político mexicano como “la dictadura perfecta”.

Con el paso de los años, Vargas Llosa combinó la literatura y la actividad intelectual con la política, primero desde la teoría y luego en la praxis, incursionando como candidato a la presidencia del Perú en 1990. Su derrota frente a Alberto Fujimori fue ominosa, ya que desde entonces la democracia peruana comenzó un largo camino de deterioro que hasta la fecha continúa.

El conservadurismo de Vargas Llosa se acentuó con el tiempo, al igual que su activismo político, sin menguar en nada su capacidad -y su calidad- de gran escritor. Reconocido comparativamente tarde con el Premio Nobel de Literatura, que antes habían ganado Gabriel García Márquez y Octavio Paz, siguió escribiendo hasta sus últimos días.

A su muerte hay quienes quisieran descalificarlo o glorificarlo más por sus postulados políticos que por haber sido una enorme figura de las letras universales.

Me parece que se equivocan. A los grandes artistas y pensadores hay que saber distinguirlos de sus filias o fobias ideológicas. Si bien forman parte de un conjunto, la obra y la persona no son, no deben ser, indivisibles.

Grandes plumas, grandes filósofos, grandes músicos tenían ideas que nos pueden parecer chocantes, aberrantes incluso, mas no por ello son menos brillantes Wagner o Borges, Ezra Pound o Vasconcelos, Heidegger o Neruda, Maxim Gorki o Yukio Mishima.

Pretender, desde la posteridad, imponer un pensamiento uniforme es atentar contra todo aquello que representa la creación artística y literaria.

Por eso hoy dejémonos de politiquería y admiremos al gran, al enorme hombre de letras que fue Mario Vargas Llosa.

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS 

GGUERRA@GCYA.NET   

@GABRIELGUERRAC

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