Paul Samuelson (1915-2009), Premio Nobel de Economía de 1970, afirmó que la economía “es el estudio de cómo las sociedades utilizan recursos escasos para producir bienes valiosos y distribuirlos entre diferentes personas”1. Empero, cuando quienes dirigen la política, lo hacen bajo criterios individualistas, lucrativos y egoístas (causas), se producen estructuras sociales que impiden un desarrollo económico justo y equitativo (efectos) para la sociedad en general.
México fue marcado por una historia basada en un capitalismo exacerbante y neoliberal, principalmente en la década de los ochenta. Michel Foucault (1926-1984), psicólogo francés, explicó algunas de las consecuencias de estas políticas de la siguiente manera, “si se aspiraba a tener una sociedad de tipo capitalista, es decir, con una producción que fuera lo más intensa posible, lo más eficaz posible; cuando en la división del trabajo, fue necesario que hubiera personas capaces de hacer esto y otras de hacer aquello”2.
A esta forma de producir, asignar y distribuir bienes orientada a una enajenación de las personas más vulnerables, del enriquecimiento de unos cuantos y de la desigualdad de muchos, se le puede llamar como economía de la impropiedad. Al cercar a las personas a mínimas libertades, a pocas posibilidades de movilidad social, evidentemente la propiedad fue poco accesible. La tilde se acentuó cuando se trató de comunidades rurales.
La presidenta Claudia Sheinbaum, quien gobierna por políticas públicas que defienden la dignidad humana y no estilos personales de gobernar como en décadas pasadas, ha fortalecido el Segundo Piso de la 4T. ¿Cómo? La inclusión, la justicia social, la cercanía con el pueblo figuran entre sus principales ejes de acción.
Recientemente, “en Chihuahua, se firmaron decretos de reconocimiento y restitución de tierras a comunidades rarámuri de la Sierra Tarahumara”3. El tránsito de una economía de la impropiedad a una economía de la propiedad reivindica el olvido e injusticias que caracterizaron el nulo crecimiento y desarrollo económico.
Cuando a las personas se les amplían y reconocen sus derechos, se puede hablar de una política orientada al bien común. Justo en estos momentos, la libertad individual, colectiva y social adquiere sentido. ¿Qué sigue?
Dinamizar el desarrollo social, que nadie quede atrás, son prioridades del gobierno de la Dra. Sheinbaum. ¡Primero los pobres! Es y será el interés superior en el estilo personal de gobernar de la Presidenta. Las políticas públicas no solo se deben centrar en los grandes proyectos sociales o los que marcan el pensamiento dominante, la política se traza mediante la defensa de la dignidad humana, incluyendo a las comunidades más vulnerables.
La economía de la propiedad se caracterizará entonces, no solo por la posibilidad del derecho a tierras, a propiedades, sino a ampliar la libertad social. La política es el arte de un gobierno cercano al pueblo, donde sus derechos, seguridades y bienestar sean los pilares éticos y de virtudes en el servicio público.
1 Samuelson, Paul. (2009). Economía. McGraw Hill. Pág.. 4.
2 Foucault, Michel. (2012). El poder una bestia magnifica. Siglo XXI. Pág.. 36. 3 https://www.instagram.com/p/DD0Z_vUuq6F/
POR DIANA LÓPEZ ZURITA
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