Miles de años atrás, cuando la persona humana decide dejar de ser nómada y establecerse en comunidad, se enfrentó a diversos problemas como consecuencia de las exigencias de las nuevas estructuras sociales y políticas. Entre ellos, definir ¿qué es la justicia y quién se encargaría de impartir justicia?
En un principio, impartir justicia era considerado una tarea de dioses en la que sólo los elegidos podían ser el conducto de la voluntad divina. Esos dioses hablaban a través de un jefe de familia, de un sacerdote o de un rey, dependiendo la época histórica en la que nos situemos. Posteriormente, la evolución humana encontró en la creación de la figura de los jueces, una solución para evitar la concentración de todo el poder en una sola persona; sin embargo, ello no resolvió el problema de definir qué es la justicia y qué es lo justo.
Definir la justicia ha sido un problema que durante siglos ha ocupado las mayores discusiones filosóficas. El consenso sobre lo justo y lo injusto ha sido imposible de alcanzar, a pesar de los esfuerzos de los grandes pensadores. La palabra justicia trae consigo una enorme carga ideológica, lo que en muchas ocasiones implica que quien la defina es quien a su vez decide qué es justo; es decir, imprime un sello personal al que se le conoce como relativismo moral.
Muestra de ello es que la justicia ha sido el estandarte para las mayores revoluciones sociales. En su nombre se han logrado diversas conquistas sociales, reconocimiento de derechos y caídas de regímenes totalitarios; sin embargo, también en pro de una supuesta justicia, se ha pretendido justificar crímenes de odio, segregaciones raciales, invasiones territoriales, entre otras conductas atroces.
La justicia ha servido para justificar al capitalismo, como al socialismo; al pensamiento conservador, como al liberal; a la pena de muerte, como a su abolición; a la obediencia de la ley, como a la desobediencia civil; en su nombre se han librado las más desastrosas guerras y se han firmado los más importantes tratados de paz.
Esta reflexión busca resaltar la importancia de la impartición de justicia en una sociedad organizada. No es un asunto menor decidir en manos de quién recae esta noble y trascendental tarea. Hoy, nuestro país marca un hito al convertirse en la primera nación en elegir a todas sus personas juzgadoras mediante voto directo. La responsabilidad que recae sobre cada ciudadano y ciudadana es enorme.
La tarea de elegir a los perfiles idóneos por parte de los comités de evaluación ha concluido, corresponde entonces al electorado elegir, entre todas las opciones, la mejor. Para ello, será obligación de las y los votantes conocer a fondo las propuestas a través de los mecanismos que el INE, con su amplia experiencia organizando elecciones, ha implementado.
Es momento de dejar de ser espectadores de la justicia y convertirnos en protagonistas.
Mariano Dávalos de los Ríos
contacto: @Mariano_ddr.
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