Política y Diplomacia Sostenible

Lo que el viento se llevó

En 2024 el viento se llevó algunas cosas. El retorno de Donald Trump, con mayorías en el Senado, la Cámara de Representantes y un control indirecto de la Suprema Corte, anuncian una presidencia imperial sin contrapesos

Lo que el viento se llevó
Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El título de este artículo lo tomé prestado de la famosa película de 1939, Gone with the Wind, protagonizada por Vivian Leigh y Clark Gable, sobre los efectos de la Guerra Civil en la sociedad estadounidense de aquella época y los cambios que introdujo la abolición de la esclavitud.  

En 2024 el viento se llevó algunas cosas. El retorno de Donald Trump, con mayorías en el Senado, la Cámara de Representantes y un control indirecto de la Suprema Corte, anuncian una presidencia imperial sin contrapesos. Estamos presenciando una transformación de la democracia más antigua del mundo. Con esa acumulación de poder, el desprestigio de los medios tradicionales, y el auge de las redes digitales, Trump no gobernará igual que en su primer mandato.

Las posturas anunciadas por Trump frente a sus socios en América del Norte (Canadá y México), China, Europa, la OTAN, y los conflictos armados en Medio Oriente, confirman que mantendrá una política exterior neoaislacionista, proteccionista y unilateralisa, como la que siguió Estados Unidos durante todo el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, hasta la segunda guerra mundial.

Trump mantiene una postura crítica frente a las instituciones internacionales multilaterales o regionales creadas por sus predecesores, desde Roosevelt hasta Biden, como la ONU, la OTAN, la OMC, la Organización Mundial de la Salud, y muchas otras. El viento de 2024 se llevó la política internacional liberal de Estados Unidos que, con cambios en estrategias y tácticas según el momento, se había mantenido durante las últimas ocho décadas.

El viento de 2024 puso fin a varios gobiernos en el poder. En el Reino Unido, Runi Sunak y los conservadores fueron echados del gobierno después de una década. En Japón, el partido liberal democrático perdió la mayoría. En Alemania, la coalición que encabeza el socialdemócrata Olaf Sholz perdió un voto de confianza en el parlamento. Tendrá que convocar a elecciones en febrero próximo. Posiblemente sus días están contados. En Francia, el presidente Macron y su movimiento centrista están bajo acecho permanente de la izquierda y la derecha, que han provocado la caída del gobierno. Lo que se observó en muchas democracias fue una gran insatisfacción de los votantes con los líderes en el poder, que se reflejó en un voto de castigo. El electorado buscó alternativas.

En el plano económico, quizá la nota más importante del año sea la relativa desaceleración de la economía china que, una vez más, no logró alcanzar el objetivo de crecimiento declarado por el gobierno, que era de 5%. Los últimos cálculos hablan de un crecimiento de 4.8%. Desde luego no se trata de una caída, ni mucho menos una crisis. La mayoría de los países del mundo envidian tasas de crecimiento tan altas. Pero el viento ya se llevó los años en que China crecía a tasas de doble dígito. El menor crecimiento del gigante asiático, cuyo PIB representa alrededor del 18% del PIB global, impacta la economía mundial, sobre todo a los países cuya economía depende mucho de sus exportaciones a China, entre ellos, la mayoría de las naciones sudamericanas.

En el plano estratégico global, la agrupación de los BRICS creció con la admisión de nuevos miembros, y se presentó como un contrapeso al Grupo de las democracias occidentales y Japón. Es posible que las rivalidades y diferencias entre algunos de ellos, como las que existen entre China e India, le resten cohesión y efectividad en los próximos años. Pero nadie debe ignorar que los BRICS representan aproximadamente un tercio de la economía global, similar al G7.

La alianza estratégica entre China y Rusia se consolidó en 2024. Lejos de plegarse a las sanciones impuestas por los países de la OTAN por la invasión a Ucrania, China ha mantenido su apoyo económico a Rusia, mediante la compra de petróleo y gas. El viento se llevó la antigua rivalidad entre los dos grandes imperios asiáticos. Romper esa alianza es quizá una de las motivaciones reales de Trump al pronunciarse por una salida negociada a la guerra entre Rusia y Ucrania. Cualquier arreglo implicará el no ingreso de Ucrania a la OTAN y, muy posiblemente, la cesión de Ucrania de algunos de sus territorios colindantes con Rusia.

El viento de 2024 se llevó la ilusión de que la competencia hegemónica entre China y Estados Unidos se modere. Se hace presente no sólo en el estrecho de Taiwán, sino en lugares tan distantes como el Canal de Panamá.

Por último, 2024 también se llevó la quimera de una mayor cohesión y unidad latinoamericana. No hay manera mientras los gobiernos mantengan orientaciones políticas tan divergentes, como es el caso de Milei en Argentina, y Maduro en Venezuela, por poner dos ejemplos. La histórica debilidad de nuestra región se ahondó este año.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS ES DIPLOMÁTICO DE CARRERA Y PROFESOR EN EL TEC DE MONTERREY
@MIGUELRCABANAS

MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX

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