A unas horas de comenzar la elección de Estados Unidos de América, tanto si gana Kamala Harris, como si fuese Donald Trump, ello deriva en el más absoluto pesimismo para nuestro México.
Y es que estamos en un tiempo donde las campañas de aquel país tienen eco en la enorme sensibilidad del americano promedio, que ha perdido estatus en todos los sentidos posibles y donde encontrar un culpable de sus decadencias: monetaria, de salud pública y de grandeza, es imperativo para darle sentido a la desgracia.
La nueva pandemia del mundo también se impone en el gigante del norte, donde todo lo abominable se puede decir para justificar la llegada al triunfo. Incluso, la ruptura total de las reglas, donde un candidato tiene procesos legales abiertamente comprometedores con la moral e integridad humana, en un tiempo que parecía haber llegado al mayor alcance democrático del planeta. En estos casos da igual que ser de un color o de otro, porque como si fuera una guerra; o un partido de fútbol; las divisiones en aquel país y en todo el planeta, tienen la narrativa de que todo lo que hacen los míos está bien; y todo lo que hacen los otros, está mal.
Así podemos saber que, de ganar Kamala Harris, la inversión en la OTAN seguirá fluyendo, así como el respaldo a Ucrania y a Taiwán, y para México a pesar de las revisiones del T-MEC, que sugieren una limitación en los campos de fabricación de equipo de transporte; fabricación de automóviles y camiones, industria de las bebidas y servicios de alojamiento temporal; con la imposición de un nuevo clausulado, que incluya tasas arancelarias para el caso de un incremento en inversiones chinas de automóviles eléctricos, hay un mejor panorama.
Mientras que, de ganar Donald Trump, es muy probable que la revisión del T-MEC incluya un clausulado donde retire de forma mayoritaria la fabricación de equipo de transporte, industria química, automóviles y camiones y una pretensión que se encuentra en sus discursos como la relocalización de empresas dentro de suelo americano que produzcan elementos de tecnología especializados como semiconductores, microchips, obleas de silicio que son vitales en casi todas las fases de la producción global, dejando de lado el nearshoring, para manufacturar desde suelo americano. Lo que significaría un decremento en trabajos especializados de calidad en estas ramas para nuestro país. Te preguntarás ¿Por qué en específico lo anterior? Con la llegada de Trump, tanto, China como la Rusia no tendrían impedimento alguno para absorber por la fuerza a Taiwán y Ucrania.
La única solución es utilizar esas gafas que provee la experiencia mexicana para conocer cómo maniobrar en caso de estas contingencias; y con ello acceder a modelos que coinciden de algún modo con nuestro panorama productivo, y de estabilidad económica y laboral. Conocer las industrias que se pueden mudar de nuestro país es saber cómo enfrentamos a los retos que pudieran decapitar las fuentes de diversificación económica de las que dependemos, y encontrar respuestas para hacer bien un trabajo que requerirá de la mayor agilidad posible en las transformaciones necesarias para captar y radicar industrias de muchos otros países que también son socios de México inversiones alternativas.
Los empleos, salvaguardan la estabilidad de todo país, pues son el medio a través del cual mejoran todos los ámbitos de la vida humana. Regresar a la década donde aún no existía nuestra vinculación comercial con Estados Unidos y Canadá no sería fácil para la mayor parte de la población acostumbrada a una variedad imponente de bienes y servicios que muy probablemente se encarecerían, reducirían o se sustituirían en forma, calidad y diversidad. Pero la mayor pérdida podría ser el intercambio intelectual entre estos tres países, pues a partir de las relaciones con dichos socios, se facilitó el intercambio y capacitación de miles de mexicanos que ahora destacan en ciencia, tecnología, lo que brinda el patrimonio más relevante para cualquier nación. La grandeza de los conocimientos.
A propósito de lo señalado, hace unos días tuvo lugar el Congreso sobre Seguridad Social y Trabajo, realizado por el Instituto Latinoamericano de Derecho del Trabajo y el Instituto de Posgrado en Derecho, los temas elegidos por sus dirigentes Federico Anaya y Gilberto Chávez, fueron de la mano de temas interesantes y necesarios, como: las nuevas tecnologías en el trabajo, el futuro del derecho laboral, el tipo de educación que se requiere para los nuevos empleos, la reducción de los sindicatos, y el nuevo contexto de la abogacía dentro de ambientes dinámicos. Valdría la pena echar un ojo a sus conclusiones.
Por lo pronto, el mundo esta impaciente por tener certezas y muchas dependen de lo que mañana suceda.
POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB
PAL