En la capital nacional hemos atestiguado al menos tres períodos respecto de la inseguridad y en particular acerca de los homicidios dolosos en lo que va del siglo: una relativa estabilización a la baja de la incidencia; la descomposición de las capacidades institucionales, y la reversión de la trágica tendencia al alza para iniciar un proceso en que también es identificable la mejora en la percepción de seguridad.
El primero es el correspondiente a la administración de Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno, continuado por un proceso en que Marcelo Ebrard se enfrentó a un aumento ligero de casi 5 por ciento en homicidio doloso.
La segunda etapa se registra sobre todo durante la segunda mitad del sexenio de Miguel Ángel Mancera. Impactó gravemente a la sociedad y a la administración posterior sobre la cual proyectó un efecto sombrío inercial hasta el 2019.
Finalmente, la etapa iniciada en la gestión de Claudia Sheinbaum a la cabeza de la estrategia de seguridad que logró revertir la tendencia. Además, se disminuyó al menos en un tercio la percepción de inseguridad de la administración anterior, como lo demuestran los datos del INEGI emitidos cada trimestre.
Sheinbaum heredó una severa crisis estructural de seguridad y careció de la oportunidad de solamente mantener para enfrentarse con el desafío de revertir la tendencia: siempre es menos complejo mantener que revertir. Mancera desatendió las capacidades institucionales y de liderazgo de que está en principio dotado un gobierno. Ebrard mantuvo en general los logros de la administración del ahora Presidente de la República; López Obrador se convirtió en la referencia indispensable.
Solamente el actual presidente y Sheinbaum entregaron disminuciones con respecto a lo que recibieron en materia de homicidio doloso.
Las cifras sin contexto o la tentación metodológica de acudir a sesgos vistosos al fijar postura sobre los problemas puede llevarnos a olvidar que durante la gestión de Mancera se maquillaron cifras y se dieron a conocer procesos de una catalogación del homicidio que incluyó convertir un feminicidio en “suicidio”, además de que durante estos años el aumento de la población de la CDMX ha sido cercana a 4 puntos porcentuales. Para cálculo de tasa por 100 mil deben usarse bases demográficas diferenciadas.
En la primera reunión a la que fui invitado del gabinete de seguridad con la entonces Jefa de Gobierno Sheinbaum Pardo, en diciembre de 2018, conocí del registro de 11 homicidios dolosos en un día. Inmenso reto. Actualmente, hay 2.1. Y falta.
Este jueves, en el reporte de su primer mes como Jefe de Gobierno, Martí Batres mencionó capturas que dan certeza en el trabajo en seguridad: los asaltantes de la joyería en Plaza Antara, el responsable de una muerte en el Metro Bellas Artes o los de otro crimen en Correo Mayor. Ofreció profundizar. Hay que apoyar la denuncia.
POR SALVADOR GUERRERO CHIPRÉS
COLABORADOR
@GUERREROCHIPRES
MAAZ