Conforme se acercan los plazos, tanto la alianza opositora como en el partido en el poder se alistan para seleccionar a sus respectivos finalistas para las candidaturas a la Presidencia de la República en 2024. ¿El problema? Son muchos.
Parece increíble, pero estamos a nada de que el sexenio de Andrés Manuel López Obrador cumpla cinco años y con eso inicie formalmente el proceso de precampañas y campañas presidenciales. Y digo increíble porque a algunos este tiempo se les ha ido como arena entre las manos, mientras que otros lo habrán sentido como una eternidad, pero además porque hay tal cantidad de aspirantes a la Presidencia que ya más bien parece feria o venta de garage.
Del lado de Morena, están los tres (o cuatro o cinco) que ya sabemos, y de los cuales difícilmente se apartará la mira tanto de la encuesta interna de ese partido como de la encuesta individualísima que sucederá en algún momento en Palacio Nacional. Los precandidatos están ya en abierta campaña, con todo lo que eso implica en las distracciones y desatenciones a sus actuales encargos, que son ni más ni menos que los tres más importantes del país, políticamente hablando: la Secretaría de Gobernación, la cancillería y la Jefatura de Gobierno de la CDMX.
Si bien la ley señala que cualquiera debería separarse de su cargo el 1 de diciembre, cada día que pasa aumenta la probabilidad de que las encuestas y la decisión se den antes de esa fecha: la sucesión va a toda marcha.
Del lado de la oposición las cosas son un poco menos claras: los tres partidos que conforman la Alianza Va por México tienen al menos a una docena de aspirantes, más los que se vayan sumando, y no parece definido el mecanismo de selección, ni de finalistas, ni mucho menos de quién será el o la candidata opositora. Y ante esa incertidumbre o ausencia de reglas, cada quien va haciendo su lucha como mejor se imagina que le puede funcionar: unos en campañas internas, con ánimo de ganarse a las militancias o dirigencias de su respectivo partido; otros buscando subir puntos en conocimiento/aprobación de la población en general; y alguno buscando abrir un nuevo carril para rebasar por la derecha moderna (sic) a una alianza que en teoría se presenta ya como de derecha. Es decir, buscan ganar la candidatura desde la extrema derecha.
Y por si eso fuera poco, comienzan a surgir manos levantadas de quienes se quieren lanzar como candidatos ciudadanos o independientes, desde un diagnóstico parcialmente correcto: los partidos tradicionales (PAN, PRI, PRD) están agotados y debe surgir una nueva opción desde la sociedad civil. El problema, claro, es que “la sociedad civil” no postula, por lo que esa avenida parece más un karaoke que otra cosa.
Y queda, claro, una incógnita que bien puede dar una campanada tal vez no ganadora, pero seguramente disruptiva: Movimiento Ciudadano no parece dispuesto a ser comparsa aliancista ni mucho menos de Morena.
La(s) moneda(s) están en el aire, y ya iremos comentando cómo se elevan, giran y caen.
POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC
LSN