DESDE AFUERA

El simbólico viaje de Ebrard

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OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Muy al margen de la oportunidad o su utilidad de la presunta defensa de la soberanía nacional, el viaje a Washington del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, para reunirse con los cónsules mexicanos en Estados Unidos e instruirlos de cómo defender a México frente a los ataques de republicanos, pareció tener más eco en la capital mexicana que en la estadounidense.

No es que el hecho en sí haya sido impropio, pero sí más o menos simbólico e, incluso, sólo ayuda a exacerbar las cosas: los republicanos ya se dieron cuenta de que sus ataques irritan al gobierno mexicano que responde con críticas a Estados Unidos, que a su vez no ayudan con la administración de Joe Biden, el blanco verdadero de las quejas de la actual oposición, aunque sean una pequeña mayoría en la Cámara baja.

Ebrard no pareció ir más allá que una conversación telefónica con su colega, Anthony Blinken, para hablar lo que todo encargado de relaciones exteriores hace cuando alguno de sus connacionales es asesinado en otro país. En este caso, los dos estadounidenses muertos en Matamoros hace una semana, que abrieron la puerta a quejas sobre otros de la misma nacionalidad desaparecidos en México.

La conversación, como ocurrió, fue alrededor de la colaboración bilateral contra el narcotráfico, que existe aunque a veces algunos creemos que el gobierno mexicano es muy renuente a aceptarla por razones de tradición y de política doméstica.

No hay problema con eso. No es nuevo, como tampoco lo es que la cooperación haya sido a escondidas.

¿Conversó con algún republicano? Tal vez. Pero si fue así, ni él ni ellos han dicho.

En términos reales, algunos miembros del Partido Republicano pueden haberse convertido en convenientes espantapájaros para el gobierno mexicano y como en el caso del diputado Dan Crenshaw, no dan crédito a su buena suerte.

Pero quizás alguien le haya explicado a Ebrard que Crenshaw es uno de 435 diputados y uno de los 224 miembros de la mayoría republicana; que aunque en ascenso, todavía está en segunda fila y que su polémica no con un diputado mexicano, ni con un portavoz gubernamental, sino con el Presidente de México y su canciller, sólo aumenta su perfil y es una auténtica bendición política.

Quizá también le dijeron que la resolución presentada por Crenshaw, el 13 de enero pasado, es una de las alrededor de nueve mil propuestas que se presentan cada bienio en el Congreso estadounidense, que menos de 10 por ciento de ellas llegan a debate plenario y menos aún a convertirse en un mandato.

Lo que debía preocupar al gobierno mexicano es la progresiva pérdida de aliados en el aparato político estadounidense, en vísperas de una elección donde el Partido Republicano espera usar problemas como el tráfico de fentanilo, en particular, y drogas en general, el descontrol en la frontera común y la inseguridad en México como argumentos contra Biden. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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