COLUMNA INVITADA

Las otras guerras

Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Yemen, Bahréin y Maldivas rompieron con Qatar

OPINIÓN

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Luis David Fernández Araya / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Qatar y las tensiones con sus vecinos del Golfo, de no ser desactivadas, podrían tener consecuencias imprevistas en Siria, Libia y el Cuerno de África. A principios de junio, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto, Yemen, Bahréin y Maldivas rompieron las relaciones diplomáticas con Qatar y tomaron medidas para aislar al país.

Han pasado más de tres años y no parece que la brecha vaya a cerrarse. La tensión entre varios de estos Estados —en especial los principales protagonistas, Qatar, Arabia Saudí y los EAU— no es nada nuevo, pero, en medio de un Oriente Medio polarizado, conflictos en toda la región y las exhibiciones de poder de los propios Estados del Golfo, esta disputa amenaza con empeorar todavía más la situación. Puede que un estallido de violencia en el Golfo sea poco probable, pero, dado que Estados Unidos es incapaz de mediar para que se arregle la situación, la UE, especialmente Francia, deben contribuir a desactivar la tensión para que no se extienda a otros países.

No está claro qué fue exactamente lo que precipitó la decisión. Doha no recibió ningún aviso. Los representantes saudíes y de los Emiratos no han mencionado ningún detonante concreto, sino que hablan de una acumulación de frustraciones y promesas incumplidas. Al parecer, les molestaron especialmente dos cosas. En primer lugar, algunos dicen que Qatar se ha aproximado a Irán, pese a que la política catarí coincide bastante con el consenso árabe explícito de enfrentarse a los aliados de Teherán, mantener relaciones económicas y pensar en negociar en el futuro, cuando los árabes tengan unas bazas más fuertes. Segundo, y más importante, acusan a Doha de apoyar a “extremistas”, es decir, a una serie de grupos islamistas, tanto yihadistas. Si bien la campaña saudí contra Qatar es de una ferocidad sin precedentes, las quejas vienen de atrás. Con las revueltas árabes de 2011, la rivalidad en el Golfo se intensificó, con Doha a un lado de la brecha regional que enfrentó a los Hermanos Musulmanes contra Riad y Abu Dhabi. Cada capital trató de influir en los acontecimientos en su propio beneficio.

Qatar intensificó su apoyo a Hamás y los Hermanos al tiempo que seguía cultivando su relación con EU; Arabia Saudí y los EAU presionaron para que se restableciera el orden anterior, sobre todo en Egipto. Aunque las causas inmediatas de la disputa no están claras, las posibles consecuencias sí. Aparte de las repercusiones humanas y económicas en Qatar, si la crisis se prolonga, existe el riesgo de que distraiga a los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) de otras necesidades más urgentes. Además, dado que Qatar, Arabia Saudí y los EAU extienden su influencia a otros escenarios conflictivos —en especial Libia y el Cuerno de África, dos lugares de particular interés para la UE—, no parece probable que las cosas se queden circunscritas al Golfo.

POR LUIS DAVID FERNÁNDEZ ARAYA
ECONOMISTA
@DRLUISDAVIDFER

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