Nuestra Constitución fue redactada menos de 100 años después de la consumación de la Independencia, en una época en la que tuvieron lugar la Revolución Mexicana, la Primera Guerra Mundial y la última intervención extranjera en México; resultaba lógico que uno de los más exacerbados valores en la época fuera la defensa armada de la patria. Por ello, el servicio de las armas fue plasmado en la naciente Constitución como una obligación y como un valor de los mexicanos.
Muchos postulados e instituciones jurídicas, que en 1917 eran justificables, hoy, más de cien años después, son anacrónicas y ajenas a la nueva realidad. La obligatoriedad del servicio militar es una de ellas. Éste fomenta el amor a la patria y valores como la disciplina, pero, en un contexto muy distinto al de 1917, las nuevas generaciones han dejado de ver en él una aspiración.
A ello se suma el uso que los gobiernos del PRI y el PAN, que bañaron de sangre al país, dieron a las Fuerzas Armadas como brazo represor; episodios como Tlatelolco, la Guerra Sucia y casos como el de Ernestina Ascencio, los hermanos Almanza y los estudiantes del Tec de Monterrey mancharon a las instituciones militares y dañaron la percepción que de ellas tienen las y los jóvenes.
Esto no debe ser motivo de estigmatización a la juventud, se trata de un natural cambio en la forma de pensar de nuevas generaciones que no crecieron en un contexto como el de 1917.
El amor y el servicio a la patria pueden ejercerse mediante muy diversas acciones que no implican adiestramiento ni relación alguna con la disciplina militar y no por ello son menos loables, dignas y valiosas.
Por eso, es tiempo de que el Constituyente Permanente elimine la obligatoriedad del servicio militar y lo vuelva opcional.
Desde 1987, la ONU llamó a sus Estados miembros a reconocer la objeción de conciencia respecto del servicio militar. En consonancia, muchos países hoy tienen esta forma.
Que el servicio militar sea opcional no significa menoscabo ni falta de reconocimiento a la función e instituciones militares, es un asunto de observancia de la libertad de pensamiento y de conciencia de personas que, aunque jóvenes, son mayores
de edad.
Bajo estas premisas, esta semana presento ante la Comisión Permanente una iniciativa de reformas constitucionales para que el servicio militar nacional sea opcional. Ciertamente no es la primera vez que se presenta una propuesta como ésta; en anteriores Legislaturas ya ha habido otras peticiones que no fueron discutidas.
Proponemos que el Congreso le entre a este debate sin tabúes, paradigmas anacrónicos ni nacionalismos mal entendidos, sino comprendiendo que el acercamiento de la juventud con las Fuerzas Armadas no debe darse obligándoles a hacer el servicio militar, sino logrando que vean a las instituciones militares como fuente de oportunidades y de orgullo.
El servicio militar debe realizarse por convicción y vocación. Resulta impensable que aspiremos a ser un país de derechos humanos sin derechos como el de pensamiento y de conciencia siguen condicionados por normas anacrónicas.
POR BENJAMÍN ROBLES
DIPUTADO DEL PT
@BENJAMINROBLESM
PAL
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